Richard Burton, el último gran explorador
Capaz de hablar con fluidez más de veintinueve lenguajes y entender unos 40, el capitán Sir. Richard Francis Burton, mejor conocido como Richard Burton, fue un explorador desde el momento de su nacimiento. Entre varias de sus hazañas y aventuras Burton pasó a la historia por haber sido el primer occidental en visitar la Meca, para lo cual debió aprender árabe a la perfección y camuflarse entre los locales, ya que de haber sido descubierto hubiese sido ejecutado.
La era de los exploradores: Burton fue uno de los grandes exploradores de los últimos tres siglos en la llamada era del mercantilismo, donde las potencias utilizaban sus grandes flotas navales como piezas de ajedrez en un juego donde el tablero era el mundo. Así es que hallamos a otros grandes exploradores como Alexander Selkirk, el hombre que inspiró a Robinson Crusoe, y a Alexander Von Humboldt, el explorador que ilustró la fauna del Nuevo Mundo.
Hipnotista y espadachín maestro, sirvió como espía para la Corona en la India, escribió un diccionario para entender a los simios, fue extremadamente libertino, sería nombrado caballero por la reina, siendo el primero en traducir las Mil y una noches y el Kama Sutra a una lengua occidental, descubrió los lagos de África central, encontró un tesoro perdido y tras quedar completamente extraviado sin agua o equipo en el desierto terminaría rescatando a una doncella francesa secuestrada por un sultán local.
Nacido en Inglaterra durante la tempestuosa mañana del 19 de marzo de 1821, Richard Burton prontamente demostró ser poseedor de un intelecto privilegiado incluso durante su niñez. Antes de cumplir los 10 años ya hablaba tres idiomas de manera fluida, y se destacaba en la escuela por su talento en la escritura, la poesía y, sobre todo, como ya hemos mencionado, en los idiomas. Razón por la cual sus profesores hacían hincapié en que el joven practique todo tipo de idiomas de todos los rincones del mundo, ya que este parecía absorber y memorizar de manera permanente los vocabularios foráneos con el menor de los esfuerzos.
Sin embargo, más allá de convertirse en un ratón de biblioteca, Burton se enrolaría tempranamente en el ejército, y su valentía haría que a los pocos años de haberse enlistado sea ascendido al puesto de Capitán de la British East India Company (Compañía Británica de las Indias Orientales).
La Compañía Británica de las Indias Orientales: esta compañía mercantil era en realidad un ejército y armada naval mercenaria al servicio del Reino Unido que no solo llevaba a cabo algunas de las más grotescas acciones imperialistas en nombre de la corona británica, sino que además, cuando ganó mucho poder y riqueza, se volvió prácticamente un «país sin tierra». Hemos hablado en mayor detalle sobre esta compañía en el artículo sobre la creación de la bandera de los Estados Unidos.
Sirviendo en la India, y habiendo peleado en la Guerra de Crimea, Richard Burton decidiría que era tiempo de vivir una serie de aventuras al unirse a la Royal Geographical Society, para la cual exploraría las costas de África y descubrió para la historia el lago Tanganica al dejar la primera mención escrita del mismo, siendo además el primer europeo en penetrar en el Reino de Harr.
Tras explorar grandes territorios Burton se convirtió en cónsul del Imperio Británico, oficiando como diplomático. Sus años finales serían dedicados a la academia, donde escribiría decenas de tratados sobre antropología, culturas y etnias orientales y sería autor del más importante libro de esgrima del siglo XIX.
Un espía europeo en la Meca
Para Europa la Meca era prácticamente un lugar de leyenda, ya que en efecto, ningún europeo había podido visitarla debido al fuerte recelo de la época. Burton, decidiría en ser el primero en lograr tal hazaña (quizás antecedido por Ludovico di Barthema, aunque es incierto si este último lo logró), por lo que tras conseguir la aprobación de la Royal Geographical Society, estudiaría en gran medida las culturas y comportamientos musulmanes de la época.
Sobre todo lo que respetaba a los hajj, peregrinos islámicos cuyos viajes los llevaban rumbo a la ciudad de Medina. Su convicción fue tal, que incluso hizo que se le practicase una circuncisión, para así evitar ser descubierto al orinar. Tras prepararse inicialmente, invertiría varios meses junto a los musulmanes de la etnia sindh, mercaderes de los cuales estudiaría su comportamiento y costumbres.
Nota: la Royal Geographical Society realizó una incontable cantidad de tareas científicas por el mundo, entre las que se encontró la monumental odisea de medir la altura del Monte Everest. Puedes leer más al respecto en el siguiente enlace: Cómo se descubrió y midió el Monte Everest, la Gran Planimetría.
Una vez listo, Burton adoptaría varios camuflajes, e incluso utilizaría distintos dialectos y acentos árabes. Primeramente se haría pasar por un pashtun, musulmanes del este de Irán, cuyo contacto con el lenguaje persa hace que al hablar el árabe lo hagan con modismos muy particulares. De esta manera, Burton podría ocultar cualquier error lingüístico que cometiese al hablar aduciendo una diferencia cultural.
Versado en las costumbres y manierismos, el explorador británico solo cometió un error que casi lo pone al descubierto. Una noche, tras que la caravana de peregrinos en la que viajaba luchara fieramente contra bandidos del camino, el intrépido capitán se alejó del grupo. Pensando que nadie lo veía, levantó su túnica y orinó de parado, algo culturalmente inaceptable para la cultura local de la época. Solo fue visto por un joven, a quien tras correr y alcanzar debió de convencer para que mantuviese la boca cerrada.
Dos años después de comenzada su odisea, y tras monumentales contratiempos, peligros y necesidades, Burton por fin llegaría a Medina, y poco tiempo después a la Meca, allí documentaría, de memoria, todo lo que pudo observar, creando así el primer documento histórico europeo de este tan particular lugar del mundo.
Fue otorgado con el honor de poder vestir un turbante verde, y sería nombrado con el título de hajji -peregrino-. Al volver de su travesía Burton escribiría un monumental documento. «A Personal Narrative of a Pilgrimage to Al-Medinah and Meccah» -Una narrativa personal del peregrinaje a Medina y la Meca-.
La moderna Meca del siglo XXI: la Meca en la era de Burton era muy modesta en comparación a la Meca actual del siglo XXI, la cual ha sido completamente renovada, rodeada de rascacielos en los cuales existe el reloj más grande del mundo.
Curiosamente, al volver, aplicó para ser traductor de lenguas árabes para el ejército británico, Burton falló el examen. No por estar él errado, sino porque los traductores del ejército poseían una noción totalmente irreal del árabe contemporáneo de aquella época. Algo que Burton entendía mejor que nadie en Europa.