El deseo de un mundo mejor
El deseo, o mejor dicho la esperanza, de un mundo mejor es algo tan viejo como la humanidad misma. No obstante, y si bien los origines de este movimiento artístico y cultural se puede rastrear hacia finales del siglo XIX, como lo demuestran las postales de dicho tiempo, la época dorada del retrofuturismo comienza con los inicios de la carrera espacial, y se vuelve especialmente fuerte en las décadas de 1940, 1950 y 1960.
Si bien podríamos pensar que el retrofuturismo fue simplemente un movimiento artístico, esto no es así. Cientos de compañías y empresas de todo el mundo intentaron crear tecnologías radicalmente revolucionarias gracias a este movimiento, quizás el ejemplo más emblemático y reconocido es el Ford Nucleon, un automóvil con un mini reactor nuclear que podría avanzar por miles y miles de millas sin la necesidad de recargar combustible.
El retrofuturismo
La concepción de como será el mundo futuro no es algo nuevo, pero si es cambiante. En las civilizaciones antiguas esta futurología conceptual se daba en forma de imaginar que cambios en el poder y el mando ocurrirían. Claro, eran civilizaciones que variaban muy lentamente y ante los ojos mortales de sus habitantes sus mundos, arquitectónica y tecnológicamente, parecían permanecer estáticos. Razón por la cual la imaginación a futuro se daba de una manera cultural y no tecnocrática.
Por ejemplo: «Quién nos dominará si tal facción gana tal guerra», y «Cómo variará nuestra vida y cultura si esto ocurre». Más en el futuro, cuando las sociedades comenzaron a evolucionar con mayor rapidez, empezamos a ver que estas predicciones dejaron de ser enteramente culturales o políticas y pasaron a ser más tecnológicas.
Otro ejemplo lo hallamos en el Medioevo, y sobre todo en el Renacimiento, se imaginaba un mundo futuro dotado de máquinas, de las de engranajes y poleas, que sirvieran para facilitar todo tipo de tareas mundanas. Es así que vemos bosquejos de Leonardo Da Vinci en los cuales el genio pintor intentaba crear las más singulares máquinas para tareas tan simples como rascarse la espalda.
Sin duda alguna, y siguiendo una regla universal no escrita, siempre hay un punto máximo. Dicho momento de quiebra se da en un período particular de la historia. Pasadas las dos guerras mundiales y las grandes recesiones económicas el mundo comenzaba a reconstruirse lentamente. Esta reconstrucción estaba acompañada, por primera vez en la historia, de diferentes tecnologías y ciencias que permitían facilitar la vida en muchos aspectos.
Fue quizás durante las décadas de 1940, 1950, 1960 y 1970 que estas tecnologías no solo significaban una reconstrucción. También significaban esperanza y optimismo a futuro. Razón suficiente como para que en las mentes de científicos y artistas este optimismo por un futuro mejor que vendría acompañado de la mano de la tecnología, los iluminó al punto de hacerlos concebir obras y pensamientos maravillosos. Tan maravillosos que aún hoy en pleno siglo XIX estamos esperando que muchos se cumplan.
El fin del retrofuturismo: si bien el estilo retrofuturista continuo durante la década de 1970, en este período comenzamos a ver fuertes cambios visuales, estilísticos y argumentativos, sobre todo por la influencia del movimiento surrealista en ese entonces. Es así que en el mundo de la ciencia ficción comenzamos a ver obras tales como el corto animado La Planète Sauvage.
Además de los avances en las tecnologías aeroespaciales obtenidas gracias a la carrera espacial, la ciencia ficción jugó un rol fundamental en el movimiento retrofuturista. Autores como Isaac Asimov, y sus maravillosos cuentos de ciencia ficción, o Ray Bradbury llenaron las mentes de millones de personas a lo largo y ancho del mundo con la ilusión de un mundo mejor traído de la mano del avance científico y la ingeniería aeroespacial.
El arte retrofuturista y el retrofuturismo en general no eran siempre de carácter índole espacial, una gran parte de este movimiento artístico ilustraba cómo sería la vida a futuro. Cómo la tecnología traería un nuevo nivel de confort, y gran parte de las tareas más tediosas de la vida cotidiana sería realizadas por máquinas de todo tipo, mejorando así en gran medida la calidad de vida de toda la sociedad.
Fabio Feminó es alguien quien dedicó bastante tiempo y esfuerzo en coleccionar y catalogar este tipo de arte. Aquí podrás ver algunos gráficos de los que más me interesaron, y también los invito a visitar su sitio. Si bien está en Italiano lo que importan son los dibujos, y eso es idioma universal.
El Proyecto Marte
Un gran ejemplo de arte retrofuturista la obtenemos del Proyecto MARTE, un proyecto ideado por el mismísimo Wernher Von Braun para desarrollar infraestructura espacial y así, gradualmente, desarrollar una gran colonia en el planeta Marte.