Marc Quinn es un artista y amante de las flores Británico cuya obra más original e interesante es «Garden». Este genial proyecto consta nada más y nada menos que de mil flores mantenidas perpetuamente en flor, valga la redundancia.
Para lograr esto se vale de 25 toneladas de silicona líquida a una temperatura de -80 °C. Dichas condiciones del medio logran que la flor se mantenga eternamente conservada, de alguna manera congeladas, pero sin estar solidificadas.
Podría yo mismo tratar de describir que es lo genial de esta obra, pero Quinn lo hace mejor qué nadie: «Quería hacer un ambiente hermoso, pero allí -refiriéndose al Jardín inmortal- existe algo siniestro acerca de una belleza que nunca decae. Como en El Retrato de Dorian Gray, implica que otro lado es el que decae, y ese lado es el espectador». La intención del proyecto es que las flores de la exposición se mantengan perpetuamente aunque incluso no estén en exposición.
Si bien como vemos en las imágenes el resultado es bello, las flores carecen de vida, y un terrario sin vida es algo que difícilmente pueda generar emociones. En lo personal prefiero en gran medida los acuapaisajes, una bellísima tradición japonesa visualmente muy similar al jardín inmortal de Marc Quinn pero completamente llena de vida.
Si bien los acuapaisajes no son inmortales, y requieren de mucho mantenimiento, es justamente la dinámica y constante cambio de la vida uno de sus principales factores de belleza, un acuapaisaje nunca se mantendrá igual, y estará siempre en constante cambio a medida que la vegetación que lo conforma varía y cambia.
Las obras de arte con flores, debemos decir, no son algo nuevo. Un ejemplo muy bello al respecto son los relojes florales del siglo XVIII creados por el famoso y excéntrico el naturalista Carolus Linnaeus. Este científico del iluminismo desarrolló un reloj floral, el cual funcionaba de manera más que singular al organizar las flores según sus tiempos de abertura. Por lo tanto, al verlo, podíamos saber qué hora del día era al ver cuáles de las flores estaban abiertas.
Dicho todo lo anterior el arte de Marc Quinn es fantástica, y la exposición del jardín inmortal, Garden en su nombre en inglés, es simplemente magnífica. Uno de los mejores ejemplos del arte moderna y las posibilidades que ofrecen los materiales y técnicas modernas para la creación de obras artísticas.