Existen inventos extraños, y este se lleva todos los laureles. Un militar llamado Grollier de Sevriere (1595-1686) desarrolló un hobby muy particular al jubilarse. Dicho pasatiempo consistía en diseñar y eventualmente construir todo tipo de intrincados y realmente extraños relojes. Una de sus creaciones más raras y llamativas fue el Reloj de la Tortuga Marina.
Si bien este no es el único reloj viviente en el mundo, de hecho en el siglo XVIII el genial naturalista e inventor experto en flores y floricultura Carolus Linnaeus inventó un reloj viviente basado en flores, el denominado reloj floral, el reloj de reloj de la Tortuga Marina es uno de los pocos relojes basados en animales.
Nota: el reloj de Linnaeus funcionaba de manera más que singular al organizar las flores según sus tiempos de abertura. Por lo tanto, al verlo, podíamos saber qué hora del día era al ver cuáles de las flores estaban abiertas.
Su funcionamiento es extraño y, particularmente, para los espectadores de su época, absolutamente mágico. En el dispositivo podemos observar una pequeña tortuga metálica que, de manera sorprendente, cuando el plato es llenado con agua nada apuntando con su cabeza hacia la hora correcta.
Lamentablemente el reloj de Sevriere no tiene nada de magia pero si de ingenio y practicidad. Un sistema de imanes que giran gracias a un juego de engranajes se ubican en la hora correcta provocando así que la tortuga «sepa» qué hora es.
La versión original consistía en una tortuga de metal cubierta de un caparazón real, por lo que era normal confundirla con una real. Sevriere utilizaría su reloj en fiestas y reuniones para hacer creer a sus invitados que poseía una tortuga amaestrada para saber la hora.
Este no fue el único intento de crear un reloj orgánico en la historia. Además del ya mencionado reloj floral, la familia Bronnikov en Russia creó impresionantes relojes completamente hechos a partir de huesos, desde sus decoraciones y agujas hasta incluso los mismos mecanismos internos y las cadenas y tapas de los mismos.
En el otro extremo, es decir los relojes sin partes orgánicas, tenemos los impresionantes relojes Cabestan, cuyo precio ronda en los cientos de miles de dólares y poseen algunos de los mecanismos más complejos e intrincados en el mundo de la medición del tiempo.