El Símbolo Internacional de la Radiactividad
En muchos de los basureros nucleares de los Estados Unidos existe una advertencia muy singular creada por especialistas en semiótica, es decir el estudio de los símbolos, con el objetivo de informar a seres que no entiendan ningún idioma de los que existen actualmente sobre la peligrosidad del lugar.
Esto es algo lógico, ya que los desechos radiactivos son peligrosos durante miles de años y, en caso de un evento apocalíptico, la humanidad puede reducirse a un estado muy primitivo.
Sin embargo, algo muy distinto ocurre con el Símbolo Intencional de la Radiactividad. Este tiene un significado, y es muy simple: «Cuidado, esto emana rayos mortales». El círculo del centro puede significar una roca o algún objeto contaminado y los tres arcos que salen de su centro representan los rayos en todas las dimensiones -yo estaba cerca, siempre creí que significaba una explosión.
Su diseño y creación fue muy interesante, si deseáis entender cómo y por que se le dio esa forma y esos colores podéis leer el siguiente artículo donde se explica en detalle los procesos tanto técnicos como creativos.
Fotografiando el instante cero
Uno de los mayores problemas al estudiar los primeros instantes de una explosión nuclear es que estos son tan intensos y veloces que resultaba imposible fotografiarlos, o en todo caso tener imágenes para su estudio. Sería gracias a Harold Eugene Edgerton y su invención, la cámara Rapatronic que se lograrían obtener imágenes claras y detalladas de los primeros instantes de una explosión nuclear.
Denominadas de tipo «one shot» -«un tiro» en español-, ya que eran destruidas con la explosión misma, estas cámaras lograban obtener imágenes tan próximas a la detonación como a diez millonésimas partes de un segundo -o 10 nanosegundos-.
Como era imposible, mecánicamente, lograr que una cámara se accione en tan corto lapso de tiempo, Edgerton, debió diseñar un sistema no mecánico para lograr su cometido. Esto lo consiguió utilizando la polarización de la luz como accionante del sistema. Gracias a dos filtros polarizados ubicados a 90º uno de otro y, entre medio de estos, una celda Kerr -un equipo que permite «manejar» el estado de la luz modulándola- pudo lograr exponer el film a la luz de la explosión por una fracción microscópica de tiempo.
Gracias al experimento de Edgerton se lograron descubrir muchos detalles no imaginados. Como por ejemplo que el «envasado» de la bomba logra alterar la regularidad de la «bola de fuego»; o que gran parte del calor se proyecta más rápidamente hacia los objetos inmediatamente cercanos -como permitió comprobar el «efecto cuerda», picos que se forman bajo la bola quemarse los cables que sostienen la estructura de la bomba-. Podemos ciertamente aseverar que, a pesar de su destructividad, las imágenes de las «bolas de fuego» resultan particularmente atractivas.
Arte nuclear
Como me parecieron muy bellas las «bolas de fuego» nucleares comencé a buscar si existía algún tipo de arte que refleje la belleza de una explosión nuclear. No encontré nada, lamentablemente. Pero gracias a esta búsqueda la casualidad me llevó a descubrir algo que podríamos llegar a definir como bizarro, de todas maneras más bien digamos interesante. Gregory Green es definitivamente un perfeccionista.
No bastándole con construir réplicas parecidas a las bombas nucleares históricas, como por ejemplo Little Boy -Hiroshima-, decidió construir réplicas exactas. Sí, de hecho, Gregory, construye modelos de bombas atómicas que si tuvieran el material radioactivo y explosivo detonarían consumiéndose en un gran hongo nuclear.
Lo anterior no es una suposición, ya que dos de las «esculturas» de Green fueron analizadas por físicos nucleares, llegando a la conclusión de que podrían llegar a ser funcionales.
Sobre símbolos y radiactividad
― El significado del símbolo de radioactividad
―El origen y significado de los símbolos de paz
― Las advertencias de los basureros nucleares