Bajo el yugo, cómo los romanos humillaban a sus enemigos

Cuando los romanos vencían a sus enemigos los subyugaban, es decir los hacían pasar bajo el yugo. Algo que romanos sufrieron en carne propia.

Costumbres romanas

Los arcos triunfales son una de las características más reconocibles de la arquitectura clásica romana. Estructuras bajo las cuales los generales y comandantes victoriosos pasaban orgullosos festejando sus victorias y triunfos sobre el enemigo.

Sin embargo, también existían los «arcos del deshonor». No solo en Roma, sino así como también en toda la antigüedad y la Edad Media, se solía estilar, ante la derrota del enemigo, a construir un pequeño arco soportado por tres lanzas. Este arco, denominado iugum -yugo- y tenía la intención de hacer pasar un muy mal momento a los combatientes enemigos que se habían rendido.

El travesaño de dicho arco era puesto a una altura tal que los soldados derrotados, al pasar por debajo, se vieran obligados a agachar sus cabezas -algo terriblemente humillante- mientras eran insultados y golpeados por el ejército victorioso. Sin faltar las rocas arrojadas a los mismos y las carcajadas casi ensordecedoras de los vencedores.

Si ambos bandos, el victorioso y el derrotado, eran romanos -recordemos que Roma tuvo muchas guerras civiles- se ahorraban los latigazos y solo se limitaban a insultarlos y escupir en su dirección. Si uno de los soldados victoriosos llegaba a insultar a la madre de uno de los vencidos se le daba un latigazo por haberle faltado el respeto a una madre romana.

En efecto, la etimología de la palabra «subyugar» o «subyugado« significa precisamente «bajo el yugo». El yugo generalmente se armaba atando tres lanzas a manera de arco.

Una tradición adoptada

Curiosamente esta tradición no fue originada en Roma, sino que la adoptó de los tiempos cuando Roma era simplemente una ciudad más perdida en Italia entre tantas otras. Tras liberarse de los reyes etruscos Roma se unió a la Liga Latina, para así defenderse de los enemigos mutuos. Esto le fue de ayuda por un tiempo, pero la misma terminó disolviéndose sin pena ni gloria. Al poco tiempo de dicha disolución Roma sufrió una humillación colosal la cual perduró en el inconsciente popular por los siglos de los siglos como una mancha en la historia de la República.

Ilustración de los romanos siendo subyugados.
Los samnitas de Poncio obligan a las tropas romanas a pasar bajo el yugo.

Uno de esos enemigos que asechaban a Roma fueron los samnitas de Poncio, quienes en el año 321 a. C. derrotaron a la que en unos siglos se convirtió en la Capital del Mundo tras una sangrienta y violenta batalla. Acto seguido las fuerzas de Poncio, siguiendo la costumbre reinante, humillaron a sus prisioneros romanos. Estos efectivamente los privaron de su armamento y armaduras, armaron un yugo e hicieron pasar a los romanos debajo del mismo.

Un año más tarde, en el 320 aC., Roma reformaría su ejército, dando uno de los primeros de muchos pasos para terminar convirtiéndose en la maquinaria de guerra más poderosa del mundo. A partir de aquí pasarían a ser ellos los que subyugarían a sus enemigos obligándolos a pasar bajo el yugo y no viceversa (generalmente).


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