Frankenstein, una película pionera
El Frankenstein de Edison, la versión cinematográfica del clásico de la literatura del horror gótico escrito por Mary Shelley, fue una película pionera tanto en el cine de horror como en el campo de los efectos especiales. En la misma vemos escenas extremadamente avanzadas para su época, las cuales incluso rivalizan con las filmadas por el mismísimo Georges Méliès para sus cortos de ciencia ficción de fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Un clásico de la literatura al cine
Lo primero que nos llama la atención es el personaje de aspecto andrajoso, pelo alborotado, manos alargadas y extraña mueca que aparece en el cartel publicitario.
Podríamos cuestionarnos toda la vida sobre el porqué de su apariencia…de no existir el letrero que dice «ESCENA DE FRANKENSTEIN». Así es, este individuo es nada más y nada menos que el actor Charles Ogle personificando, por primera vez en el cine al monstruo de la novela de Mary Shelley, con una apariencia muy distinta a la de Boris Karloff o Robert De Niro.
Esta película fue hecha por la Edison Film Company como una libre adaptación de la novela y fue dirigida por J. Searle Dawley (quie fue también el guionista). Aunque algunas fuentes mencionan que el propio Thomas Alva Edison fue el productor, nunca se involucró abiertamente en el rodaje. Los 3 principales actores fueron Charles Ogle en el papel del monstruo (Ogle también interpretó a Scrooge en la primera versión de Un Cuento de Navidad), Augustus Phillips como el Dr. Victor Frankenstein y Mary Fuller como Elizabeth, su prometida.
La película fue rodada en los Edison Studios ubicados en la esquina de Avenida Decatur y Oliver Place en el Bronx, Nueva York durante un período de 3 días entre enero 13 y enero 19 de 1910 (algo notable si se considera que en esa época una película se filmaba en 1 día) para ser exhibida en los Nickelodeons de Estados Unidos. Durante años fue la versión más fiel a la novela de Shelley, incluso más que el clásico de 1931.
Una de las cosas más curiosas del film es la creación del monstruo, en esta película, es creado por medio de un proceso alquímico en el laboratorio de Frankenstein, algo diferente a la imagen que tenemos del film de 1931. Cabe decir que en el libro, nunca se menciona como Frankenstein crea a la criatura.
Una figura controvertida: Thomas Alva Edison fue acusado de muchas cosas poco nobles. Por ejemplo, participo en la filmación de la ejecución de la elefanta Topsy, y, al igual que hizo con muchos otros inventores rivales, ha sido acusado de haber llevado al gran genio Nikola Tesla a la ruina económica.
Para lograr el efecto de la formación del monstruo en el caldero, se quemó a un maniquí cubierto de papel maché mientras se movían sus hilos, luego, se proyectó la cinta en dirección contraria para lograr el efecto que podemos ver en la película.
La película se estrenó el 18 de marzo, publicitándola como «una historia que alcanza el clímax del horror y la sugestión». Es interesante notar el detalle de que, a pesar que el género de «terror» aún no había nacido, ya se nombraba el término «horror».
En la publicidad, la Edison Film Company informó que «se había intentado eliminar con cuidado todas las situaciones realmente repulsivas y concentrarse sobre los problemas místicos y psicológicos que se hallan en este asombroso relato». De ahí ese final, un tanto abstracto.
Aun así, muchas personas tildaron al film de “Blasfemia” por la escena del génesis del monstruo. Además de eso, en 1910, se empezaban a usar técnicas como el close-up en otras películas, lo que atrajo la atención del público a otros films. Por estas razones, Frankenstein cayó en el olvido.
Muchos de los films de la Edison Film Company desaparecieron tras el cierre de los estudios en 1918, además, varios negativos fueron destruidos en protesta contra el intento de Edison de monopolizar la industria del cine… Pero como suele suceder, llega a haber algunos sobrevivientes.
El trágico destino de Aimé Augustin Le Prince: otra de las controversias alrededor de Thomas Alva Edison fue la desaparición de Aimé Augustin Le Prince, un inventor que tenía patentada una tecnología de filmación anterior a la de los hemanos Lumière, socios de Edison. Le Prince y su hijo desaparecieron misteriosamente, y nunca se supo nada más de ellos.
En la década de 1950, un coleccionista privado de Wisconsin llamado Alois Felix Dettlaff adquirió la única copia conocida de la película de 1910, claro que en ese momento no sabía la pieza de historia que acababa de adquirir.
En 1963, un historiador del cine redescubrió el cartel de 1910 en los archivos Edison de Nueva Jersey, redescubriendo, también, la película en si.
Pronto, la imagen fue publicada en varias revistas y libros, esparciendo el interés por el film en todo el mundo… Pero ninguna copia pudo ser hallada, tan lamentable fue eso, que en 1980 American Film Institute ingresó al Frankenstein de 1910 en el top 10 de “Los films perdidos más significantes histórica y culturalmente”.
Cuando Dettlaff escuchó el anuncio de la AFI, anunció al mundo que tenía una copia de esa película en su colección y en 1986, donó una copia protegida del film a la Academy of Motion Pictures Arts and Sciences. El 30 de octubre de 1993, con el permiso de Dettlaff, se exhibió al público la película en el Avalon Theater de Milwaukee.
Es curioso mencionar que la película fue usada por Dettlaff para enseñarle a su hijo a leer en los años 50. Además, fue una suerte que la hubiera cuidado, pues a pesar de estar deteriorada, está en buenas condiciones visuales.
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