Una ilusión óptica con mucha historia
Es muy difícil que alguien no haya visto alguna vez en su vida alguna representación del efecto Droste. Quizás en cuadros o caricaturas donde el personaje parece perderse en una infinita repetición de sí mismo y su entorno, o tal vez, sin saberlo, lo hemos realizado nosotros mismos apuntando una cámara a un monitor o haciendo que dos espejos se enfrentasen mutuamente en una secuencia interminable de repeticiones. En cierta manera podemos considerarlo, a pesar de no ser técnicamente lo mismo, como un fractal.
El efecto Droste
A pesar de su popularidad muy poca gente conoce su curioso origen, y es que este es más bien un tanto oscuro y muy casual el cual fue a su vez completamente accidental. Todo comenzó a principios del siglo XX con el original nuevo diseño de lata de cacao de mesa de 100 gramos de la marca de chocolates holandesa llamada, no casualmente, Droste. Marca muy popular en toda Europa a principios del siglo XX especialmente gracias a su uso y distribución durante la Primera Guerra Mundial.
En este envase, el cual se convirtió en uno de los envases comerciales más famosos de la Historia, los diseñadores de la marca colocaron la imagen de una enfermera de principios de siglo sosteniendo una bandeja de chocolate que, a su vez, contenía una lata de chocolate Droste la cual en su frente llevaba dibujada la misma escena de la enfermera. Así, la imagen, parecía repetirse infinitamente una y otra vez (ciertamente nos recuerda a la paradoja del hotel infinito de Hilbert).
El envase quedó en la memoria de muchos y fue el escritor Nico Scheepmaker quien popularizó la frase en 1970 al utilizarla en una de sus columnas periodísticas como descripción de un hecho circular. Es decir, un bucle, algo muy común hoy en día en la informática. En especial podemos ver al efecto Droste como un bucle infinito recursivo, en el cual cada iteración del bucle se llamará a sí misma de manera infinita.
Tras esto el efecto se popularizó de manera viral, décadas antes de que la palabra viral incluso exista. Cientos de cuadros, otras publicidades, ilustraciones e incluso escenas de películas y TV utilizaron este efecto visual. Esto es particularmente popular en escenas donde se desea representar, a muy bajo costo, un efecto de «viaje dimensional» o los efectos de una persona alucinando.
Una tradición holandesa: el juego con las perspectivas y los efectos de bucle fue muy popular durante el siglo XX en Holanda. Un ejemplo de esto fue la obra del artista holandés Maurits Escher, el padre del arte matemático.
Si bien es un efecto que tuvo sus orígenes en la gráfica estática, como mencionamos también se popularizó en infinidad de películas y programas de TV, esto se logra simplemente apuntando la cámara a un juego de espejos, donde, si la cámara está bien enmarcada, se repetirá un efecto similar en estilo al efecto Droste en el cual el mismo cuadro se extiende al infinito.
Ciertamente el efecto Droste es uno de los tantos diseños icónicos ideados en el pasado, como por ejemplo el maravilloso efecto tilt-shift o el efecto trampantojo utilizado en infinidad de edificios clásicos y obras de arte.
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