La rápida expansión norteamericana
El bisonte es un magnífico bovino de porte y aspecto sorprendentes. Desgraciadamente su carne y pelaje más allá de protegerlo de los crudos inviernos lo convirtieron en la presa predilecta de cazadores inescrupulosos que lo cazaron al punto de la virtual extinción durante la expansión de los Estados Unidos y Canadá en el siglo XIX. Así y todo, el bisonte tuvo mejor suerte que otras especies de la región, como por ejemplo la paloma pasajera, el ave que formaba las bandadas de pájaros más grandes en el mundo, y la cual fue cazada en dicho siglo hasta su total extensión.
La inclemente cacería del bisonte
De todas maneras, es muy difícil, a causa de lo limitado de nuestros cerebros, comprender en su extensión qué significa «se lo cazó hasta casi extinguirse»… Por fortuna, o quizás mejor debiéramos decir por desgracia, existen las imágenes para ayudarnos a comprender este atroz acto de codicia e inhumanidad.
La siguiente imagen fue tomada a mediados de 1870 y la misma consiste en literalmente una montaña de cráneos de bisontes. Montañas como esta se juntaban una vez por semana y luego eran trituradas para ser utilizadas como fertilizantes. En efecto, durante las amplias cacerías que los codiciosos colonos del oeste estadounidense practicaban a diario, varios miles de bisontes eran abatidos por toda Norteamérica. Muchas veces desperdiciando gran parte del animal, ya que distintos grupos de cazadores solo se interesaban por la piel.
La mayor cantidad de cabezas de bisonte fueron abatidas en los Estados unidos. Sin embargo, el país vecino de Canadá también vio una cacería y persecución sin igual. Trenes enteros partían todos los días con miles de cráneos secos de bisonte para ser utilizados como fertilizante en la industria agraria.
Los primos asiáticos del bisonte, es decir los búfalos, fueron introducidos en América Latina durante esta misma década, región en la cual hallaron un hábitat y lograron reproducirse en grandes números. Hoy en día la policía militar de Brasil utiliza bisontes para patrullar los pantanos del Amazonas.
No obstante, y como veremos a continuación, no fue simplemente un acto de codicia, sino que había motivos mucho más oscuros detrás de esta intensa cacería.
La cacería del bisonte, un acto contra los nativos
Quizás la mayor atrocidad detrás de la matanza indiscriminada del bisonte norteamericano radicó en el hecho de que la misma fue, en gran parte, un acto de genocidio no solo contra los bisontes sino que además tenía la intención de dañar y hambrear a los nativos de Norteamérica. Tribus cuya alimentación y modo de vida estaba fuertemente ligada al bisonte.
En efecto, el gobierno de los Estados Unidos vio en la disminución drástica de las poblaciones de bisontes como un arma contra los indígenas, ya que esperaban con esto hambrear y castigar a varias tribus y cientos de miles de personas.
Vemos como estos actos eran una combinación de todo lo peor de la humanidad, la codicia desmedida y los deseos oscuros de políticos asesinos, los cuales odiaban a los nativos y querían herir a estos no solo con los ataques de las fuerzas de caballería, que generalmente arremetían contra tribus indefensas, sino que además deseaban quitarles su alimento.
En la siguiente imagen vemos que mencionar a las mismas como una «montaña de cráneos» no era una exageración:
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