El profesor Norbert Weiner era el típico matemático despistado, al punto de que en cierta ocasión su familia se mudó a un pueblo muy cercano a donde vivían con anterioridad. Tras repetirle cientos de veces que se mudaban tal día, el día «D» su esposa le dio una hoja de papel con la nueva dirección, porque estaba absolutamente segura de que se iba a olvidar. Desgraciadamente, uso este papel para resolverle por la otra cara una duda a un estudiante. Cuando volvió por la tarde a su casa, por supuesto, se olvidó de que se habían mudado.
Su primera reacción al llegar a su antigua casa y verla vacía fue la de pensar que le habían robado, y entonces recordó lo de la mudanza. Como tampoco conseguía recordar a donde se habían mudado y no tenía el papel, salió a la calle bastante preocupado, y vio una chica que se acercaba; entonces le dijo:
– Perdone, pero es que yo vivía aquí antes y no consigo recordar…
– No te preocupes, papá, mama me ha mandado a recogerte.
Las anécdotas de Norbert Weiner relacionadas con sus despistes crónicas son interminables. En ocasiones el matemático se perdía en la misma universidad en la cual realizaba sus trabajos de investigación y dictaba clases, yendo a salones de clases de otros profesores y poniéndose a dar clase sin darse cuenta.
Esta es solo una de las varias anécdotas de este gran matemático despistado.
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