El último renacentista
Athanasius Kircher fue un monje jesuita del siglo XVII, inventor excéntrico, científico con una mente brillante y creativa que se conjugaban en un solo individuo dando como resultado algunas de las ideas y creaciones más revolucionarias y llamativas. Apodado como «el último de los renacentistas» debido a la gran cantidad de temáticas en las cuales se especializó. Hoy hablaremos sobre una de sus invenciones más revolucionarias: el ordenador de Athanasius Kircher.
El ordenador de Athanasius Kircher
Ya hemos hablado de Athanasius en sí, desde sus estudios pioneros sobre la música y el sonido hasta haber teorizado sobre los microbios y tomado la primera fotografía en la historia. Hoy hablaremos sobre otro de los espectaculares logros de este monje, un dispositivo conceptual que, de haber sido construido, hubiese sido uno de los primeros ordenadores en la historia.
Kircher estaba convencido de que el promedio de vida de una persona era demasiado poco, se sentía frustrado de saber que no llegaría a aprender todo lo que deseaba, y de hecho, lamentablemente, esto se reflejó en el que nunca pudo cumplir su sueño de viajar a China -tierra que catalogó y estudió tanto al punto de haber realizado un mapa, y bastante acertado, de la región sin siquiera haberla visitado-.
A causa de esto varias de sus investigaciones e inventos estuvieron enfocadas en realizar aparatos y maquinarias que facilitasen la vida, acelerando la resolución de tareas repetitivas. Una de estas máquinas fue, en efecto, algo que podría haberse catalogado como ordenador: El dispositivo creado al rededor del 1660 y cuya intención era la de resolver cualquier cuestión matemática, estaba dotado de un complejo sistema de engranajes y poleas.
Estas piezas, ubicadas correctamente, eran capaces de formar mediante una serie de palillos la respuesta. Si bien el «ordenador» de Kircher logró resolver correctamente problemas sencillos fallaba al intentarlo con operaciones más complejas.
Nota: Debemos remarcar que, incluso si hubiese llegado a construir el dispositivo, este no hubiera sido el primer ordenador en la Historia. Ese título lo ostenta el Mecanismo de Anticitera. Un ordenador analógico construido por los griegos hace miles de años con el fin de ubicar las fechas de comienzo de las olimpiadas.
Pero qué era lo más interesante de este singular aparato, quizás te preguntes. La respuesta es su funcionamiento: Kircher, además de científico, era un artista por lo que continuamente mezclaba la ciencia con el arte.
Su ordenador no fue una excepción, y para su manejo, uno debía memorizar largos poemas en Latín los cuales debían ser representados en las palancas de la máquina. Su complejidad era tal que Kircher escribió un «pequeño manual de uso» de unas 850 páginas…
Que vaya sea de paso hoy se considera uno de los primeros «manuales de usuario» de la historia-.
Athanasius Kircher publicó la descripción de este singular dispositivo mecánico en su histórica y obra Musurgia Universalis, obra pionera del estudio de la música y las propiedades del sonido a un nivel físico.