Las máscaras antiplaga
Hoy en día estamos acostumbrados a pensar que las máscaras de gas fueron inventadas durante la Primera Guerra Mundial, después de todo son las únicas imágenes que vemos de personas utilizando máscaras para protegerse de gases nocivos provienen de esa época. Sin embargo, esto no fue así y los médicos del renacimiento utilizaban máscaras antiplaga contra los «gases de la peste».
Las máscaras contra los gases datan de mucho antes, nada más y nada menos que de la Edad Media, y se extendieron en el tiempo durante varios siglos. De hecho, hay registros de las mismas siendo utilizadas durante los siglos XVI y XVII, siglos en los que toman finalmente su más reconocible forma de «pico de pájaro» y ganaron un auge mucho mayor debido a la peste, por médicos que visitaban pacientes con enfermedades contagiosas o zonas en cuarentena.
La siguiente imagen es una reconstrucción moderna de una de las máscaras anti-plaga de médico renacentistas:
Si bien generalmente se confeccionaban con cuero curado, hay ejemplos de dichas máscaras realizadas en madera de roble, no obstante el cuero curado era el material utilizado por excelencia.
Su origen y creación es incierto, pero sí sabemos que varios doctores, desconcertados por los causantes de la Peste, comenzaron a buscar maneras de tratar a sus pacientes y a la vez protegerse de algún modo. Estos profesionales teorizaban que la peste era transportada por un «aire maligno» que se apoderaba del sistema respiratorio de la víctima y posteriormente de todo su cuerpo. Este aire maligno comúnmente se denominaba miasma (miasma es una palabra extraída del griego. En dicha lengua miasma simplemente significaba contaminación).
La gripe española: si bien la peste negra tuvo un efecto devastador en Europa y es recordada como una de las peores epidemias en la historia, existió una peste en el siglo XX que fue mucho peor que la peste negra en lo que a cantidad de víctimas respecta: La gripe española de 1918, la peor pandemia en la Historia.
De todas maneras no existía una sola teoría con respecto a la peste, y la explicación para la misma variaba dependiendo del territorio. Por ejemplo en ciertos territorios se creía que la peste era un castigo divino, inevitable, y por esto solo atacaría a quienes hayan sido impíos. Mientras tanto en otros territorios, como mencionamos anteriormente, se creía que la peste viajaba a través de los gases.
Algo digno de mención acerca de la peste bubónica es que las más modernas máscaras de gas hubieran tenido el mismo efecto que aquellas antiguas con forma de pájaro, o sea absolutamente ninguno. La peste bubónica se transmite principalmente por la picadura de una pulga que habita normalmente en las ratas negras, verdaderos vectores de la enfermedad. Es decir, las máscaras antiplaga era inútiles para prevenir la peste.
Escenas como la anterior en la cual vemos a un grupo de víctimas de la plaga cargadas en un carro por los supervivientes era una de las dantescas vistas más comunes de la peste.
Otros de mente más astuta, como veremos más adelante, creyeron que era un subproducto de la basura y las ratas, las cuales diseminaban la peste. Estos últimos, entre los que se encontraba Leonardo da Vinci, quien si bien no vivió durante el medioevo las teorías renacentistas sobre la plaga no habían cambiado mucho, eran los que estaban más acertados.
Lo anterior nos puede llevar a pensar que la medicina del renacimiento era tan oscura como la medicina medieval. No obstante, esto está muy lejos de la realidad y en el renacimiento, a pesar de que los médicos seguían creyendo en la miasma y la teoría de los cuatro humores y la miasma, la medicina había avanzado a tal punto que varios cirujanos renacentistas se encontraban realizando cirugías plásticas.
Los gases, la peste y las máscaras antiplaga
Como mencionamos anteriormente, el verdadero vector de transmisión de la peste bubónica es un tipo particular de pulga que viaja en la piel de las ratas negras. No obstante, las personas medievales desconocían esto. Generalmente la teoría sobre la peste entre las personas medievales y renacentistas es que esta era transmitida por ciertos olores. Olores que eran causados por gases producto de la evaporación de ciertos humores. Hemos hablado en detalle sobre los humores en nuestro artículo sobre la medicina medieval.
Por esta razón las máscaras llevaban no solo a que se ponga distancia entre la nariz del médico y los gases, algo que en ese entonces se creía útil para así evitar enfermarse. Con esto en mente no nos sorprendemos al saber que no pasó mucho tiempo hasta que algún aprovechado comenzó a vender «repelentes anti Peste»… que en realidad no eran nada más que perfumes de olor muy fuerte. En efecto y quizás de manera un tanto irónica las máscaras hacían más mal que bien, ya que las pulgas que transmitían la enfermedad podían llegar a añadirse a estas y el médico las llevaría a su hogar en la máscara.
Nota: Un pomander es una decoración originada en Francia que consiste en un pequeño frasco metálico con orificios en el cual se depositan perfumes y aceites aromáticos. Es importante notar que no iban por el mal camino. Es decir, mal o bien lo que estas máscaras antiplaga y trajes buscaban era aislar al médico del ambiente que lo rodeaba. No obstante, al no comprender la naturaleza microscópica de los microbios ni su existencia, estos esfuerzos eran muchas veces en vano.
Es así que llenando un pomander con «repelente», que se introducía en el pico de una máscara fabricada de roble y forrada en metal, muchos médicos creían estar a salvo de la Peste al poseer una máscara que filtraba el aire contaminado del aire limpio…. por supuesto que luego morían como ratas, ya que esa confianza extra que les otorgaba llevar puesta la máscara hacía que no tomaran todas las precauciones que tomaban cuando no la utilizaban.
La ciudad ideal de Leonardo da Vinci
Como mencionamos anteriormente muchas de las teorías medievales sobre la plaga en la edad media continuaron existiendo durante el renacimiento. El renacimiento no fue ajeno a las plagas y las epidemias, y las ciudades italianas fueron muchas veces azotadas por estas.
No obstante, uno de los más grandes genios del renacimiento, Leonardo da Vinci, identificó a las ratas y la podredumbre de los mataderos así como la suciedad de los establos como los principales causales de la plaga, y con esto en mente creó a su ciudad ideal.
Modelo a escala de la ciudad ideal de Leonardo da Vinci:
Esta novedosa ciudad era un concepto arquitectónico y de desarrollo urbano que separaba a los establos y los tiraderos de basura de los centros de población y que además comprendía una serie de caminos y rutas para el desecho rápido de la basura, eliminando así la acumulación de basura, el hacinamiento y el crecimiento de la población de roedores. Hemos hablado más sobre la ciudad ideal de da Vinci en el siguiente artículo.
La danza macabra
El arte también tuvo un lugar de importancia durante la peste negra, y su expresión máxima fue la Danza macabra o Totentanz. Un tópico alegórico a la muerte imbatible y triunfante en el arte. Tanto en la música, como en la pintura o literatura que se caracteriza por la representación de esqueletos humanos -símbolo de la muerte- danzando, moviéndose o jugando como si se aferraran a su vida perdida.
Tanto el rico como el mendigo, el Papa como el hereje son representados en estas imágenes, la muerte es inevitable y es igualadora, al final todos somos huesos marchando a la tumba. Hemos hablado sobre el tema en este artículo.
Sobre la medicina antigua
― Los ensalmadores
― Claudio Galeno, un médico adelantado a su era