La madre de los conejos
A principios del siglo XVIII Inglaterra era un lugar bastante llamativo: su rey se negaba a aprender a hablar en inglés y cientos de charlatanes y encantadores recorrían sus caminos vendiendo infinidad de panaceas y leyendas extravagantes. Algo que nos ayuda a comprender por qué Mary Toft tuvo tanto éxito en su charada y nadie la cuestionó.
Mary era una chica como cualquier otra, la diferencia, en septiembre de 1726 tuvo su primer hijo: un conejo. Ante tan surrealista visión su familia espantada corrió hacia el médico local, John Howard, un joven cirujano que prontamente se dirigió a la casa de los Tofts y una vez allí y de manera increíble ayudó a hacer parir un total de nueve conejos. Peor aún, como si ya parir conejos no fuese poco, todos nacieron muertos y mutilados.
El suceso ganó tanta popularidad que el mismo rey envió a su consejero médico, Nathanael Saint André, a revisar el caso. Al reunirse este con Mary ella confesó haberse antojado inmensamente con carne de conejo durante su embarazo, por lo que pasó varios días dedicándose a perseguir conejos sin éxito alguno.
Asombrados, y tras presenciar en carne propia una nueva camada de conejos mutilados saliendo de las entrañas de Mary los enviados reales decidieron llevarla a Londres para poder estudiarla en detalle. Todo el mundo creería la historia de Mary, y tal sería el furor popular que miles de personas se reunieron en torno a la casa donde se hospedaba la joven. Las cosas se le habían ido de las manos a Mary, ya que la misma nunca esperó generar un impacto tan grande y captar tanta atención por parte de la sociedad la cual estaba obsesionada por saber más sobre la «mujer que dio a luz una camada de conejos».
Sir Richard Manningham, uno de los estudiosos encargados de supervisar el caso y quien sospechaba de un engaño, con el fin de asustarla para ver su reacción sugirió delante de la chica que los médicos londinenses debían de «abrirla en dos y analizar su útero».
Al escuchar esto partió en lágrimas y confesó que ella misma había introducido las partes de conejo con el fin de ganar fama y recibir una pensión del real. Si bien Mary volvió a su casa y continuó con una vida normal, Howars y Saint André quedaron tan humillados por haber creído completamente la historia que sus carreras quedaron arruinadas.
Si bien la historia era falsa, en el creer popular la leyenda de «Mary, la madre de los conejos» quedó como algo verdadero e insólito. Quizás un recordatorio de como una buena historia producida por esta creativa mujer y las capacidades actorales de la misma, lograron embaucar a todo un pueblo e incluso a los varios profesionales de la salud que la fueron a ver.
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