En el pasado hemos hablado sobre el gran matemático Norbert Weiner, considerado por muchos como el matemático más despistado del mundo. No obstante, a pesar de sus constantes olvidos y confusiones este matemático realizó contribuciones de mucha importancia al campo de las matemáticas en el siglo XX.
Las anécdotas del mismo son interminables, como por ejemplo la ocasión en la cual se olvidó por completo que se había mudado, y al volver a su casa se encontraba perplejo por el hecho de que, al intentar abrir la puerta, la llave no funcionaba. Tras varias horas de espera sin saber qué hacer fue su hija, quien sospechaba que muy posiblemente se había olvidado la nueva dirección, la que fue a buscarlo y así rescatarlo.
Hoy, sin embargo, hablaremos de un episodio que en cierta manera nos recuerda a Boltzmann y la promesa a sus alumnos de escribir sus explicaciones en la pizarra. En esta anécdota Weiner, un matemático de mente brillante, intenta explicar a sus alumnos un concepto avanzado. Debido a la complejidad del tópico en cuestión muy pocos de estos comprendieron lo que intentaba explicar su despistado profesor. Razón por la cual se dio la siguiente anécdota:
Un día hizo una demostración en clase rápidamente y sus alumnos no entendieron nada. Al día siguiente, sus alumnos le pidieron que la repitiera pero que no fuera tan rápido al hacerla. Weiner la hizo de igual manera, esperó unos 5 segundos y sonriente y triunfal escribió un punto final.
Si bien lo anterior puede dar una mala imagen de Weiner, en realidad este matemático fue uno de los mejores profesores del MIT, y sus clases eran frecuentadas y concurridas por infinidad de alumnos que deseaban asistir a las mismas.
Norbert Weiner es recordado en el día de hoy no por sus confusiones y despistes, sino por haber sido uno de los mejores profesores en la historia del MIT y por haber contribuido de manera considerable al campo de las matemáticas.