El lago Peigneur
Hay errores y errores de cálculo, pero uno que lleve a la desaparición de un lago y una comunidad entera es ciertamente difícil de creer. Este fue el caso que llevó a la desaparición del lago Peigneur en Luisiana, Estados Unidos, uno de los mayores desastres ecológicos de la década de 1980. Curiosamente, no fue el único, ya que también tenemos el desastre de la represa Prealpi Mineraia, en el cual debido a una omisión de ingeniería varios pueblos en Italia fueron destruidos.
Este lago, que otrora era un hermoso paisaje y reserva de agua dulce, pasó a convertirse en un desolado cráter salado cuando las perforaciones que intentaban explotar una mina de sal en su lecho se toparon con un enorme taladro que buscaba petroleo subterráneo creando un agujero tal que toda el agua del lago fluyó por este, haciendo desaparecer el lago y causando un desastre ambiental de proporciones nunca antes vistas en el estado de Luisiana con perdidas millonarias debido a la destrucción de hogares e infraestructura.
Además el riesgo de enfermedades se vio severamente incrementado debido a la creación de pequeños charcos pantanosos que quedaron desparramados por toda el área. De manera curiosa, y ciertamente triste, este no fue el único desastre ecológico que llevó a la desaparición de un cuerpo de agua. Por ejemplo, la actividad de la Unión Soviética llevó a desaparición del Mar Aral.
Un error de cálculo fatal
La operación estaba a cargo de la Diamond Crystal Salt Company empresa que poseía permiso de explotación de toda la sal bajo el lecho del lago. Años de explotación llevaron a que profundas cavernas fueran creadas a causa de la remoción de la sal.
Al mismo tiempo la petrolera Texaco se encontraba de manera torpe y apresurada realizando profundas excavaciones con un gigantesco taladro con el fin de buscar petróleo en el lecho, sin siquiera cerciorarse de que el lugar en el que intentaban excavar había un gran pozo subterráneo.
Esta falta de comunicación y un error en los planos originales llevó el 21 de noviembre de 1980 a que las dos perforaciones se cruzaran, entrando el taladro de Texaco violentamente en la mina y creando literalmente una cascada de agua a presión que disolvía la sal y consecuentemente desestabilizando las cavernas internas de la mina.
En la imagen hacia la derecha podemos ver los restos de una chimenea de lo que anteriormente fue un hogar. El desastre además de perdidas económicas causó un daño ecológico irrecuperable.
Según los reportes, la cascada alcanzó los 50 metros y en unos pocos días llegó a vaciar el lago e inutilizar toda el área. De forma imprevista los pobladores vieron como un gigantesco remolino «chupó» todas las estructuras que bordeaban el lago, incluida la plataforma de Texaco que se encontraba en medio de este.
Peor aún la diferencia de presión logró que el agua sea expulsada a la superficie a manera de géiser en algunas partes destruyendo varias propiedades, comercios, galpones e industrias. Destruyendo así no solo la ecología del área sino que además dando una estocada mortal a la economía local.
Hoy en día la zona no ha quedado árida, sino que ha sido «usurpada» por aguas del canal Delcambre, que para desgracia del antiguo ecosistema son saladas. El trágico evento no solo terminó con el canal, sino que prácticamente destruyó y remplazó todo el ecosistema y fauna de la zona. Texaco solo debió pagar una multa de 42 millones de dólares, que para una petrolera es relativamente nada.
Es algo muy triste que la humanidad no tome consciencia del daño ecológico que la codicia está causando en el planeta tierra. Incluso en pleno siglo XXI, más precisamente en el año 2019, los cielos de Indonesia se tornaron de color rojo debido a la quema de jungla.
Lo anterior es un fenómeno que no solo ha ocurrido y todavía ocurre en países en vías de desarrollos. Por ejemplo la misma ciudad de Londres, una de las capitales del mundo, quedó completamente cubierta por su propio smog durante un caótico episodio a mediados del siglo XX hoy recordado como «the great smog».