De jardinero a rey de Babilonia
En la antigua Babilonia existía un ritual muy particular en el día de Año Nuevo, dicho ritual requería el sacrificio del rey de Babilonia de turno como regalo a los dioses. Ante tan macabra obligación los reyes, que de tontos no tenían un pelo, solían tomarse un descanso ese mismo día y poner a cargo una persona a la que se denominaba «rey por un día», generalmente un don nadie escogido entre los pobres, para que se haga responsable de todas las obligaciones, incluso la de ser sacrificado.
Durante el reinado del rey Erra-Imitti el monarca se levantó por la mañana del día de año nuevo con la tarea de seleccionar a su efímero reemplazante. Su idea, como era costumbre, sería elegir a un mendigo de la ciudadela que lo reemplace. Sin embargo, el destino quiso que antes de marcharse se dirigiera a sus jardines a respirar el aire fresco de las flores. Una vez allí prontamente divisó a un joven jardinero llamado Enlil-Bani y, pensando que podía ahorrarse el trabajo de ir hasta la ciudadela, lo escogió como reemplazante.
Por supuesto que el joven Enlil-Bani sintió que la desgracia había llamado a su puerta al ver como la guardia real lo escoltaba a la fuerza a ponerse el ropaje de rey. No sabemos a ciencia cierta si el jardinero sabía el destino que le esperaba, aunque lo más probable es que si debido a que esta era una práctica muy común en la sociedad babilónica.
Ya cambiado y peinado y ante la multitud dispuesta a ofrecer al rey suplente como ofrenda, ocurre un rápido suceso que deja atónitos a los presentes: el rey Erra-Imitti se estremece y cae muerto al piso -posiblemente de un ataque cardíaco-. Esta era la primera vez en que algo por el estilo ocurría.
Seguros de que la deuda ya había sido saldada, y siendo que Enlil-Bani había sido coronado oficialmente, este continuó siendo rey de Babilonia y viviendo con todos los lujos durante 24 largos años, llegando a ser el segundo rey más longevo de la dinastía Isin.
La razón por la que al jardinero se le permitió continuar siendo rey e iniciar su propia dinastía a pesar de ser un simple jardinero sin conexiones ni poder, es por el simple hecho de que la sociedad babilónica era muy supersticiosa. La muerte del rey Erra-Imitti se interpretó como un deseo divino, y remover a Enlil-Bani quizás, según sus creencias, hubiese significado un insulto a la voluntad de los dioses y traído severas consecuencias.
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