El experimento que destruyó el ecosistema de Borneo

En los años 50 y con el fin de combatir una plaga un experimento con especies invasivas en Borneo derivó en un desastre ecológico sin igual.

Cuando la realidad supera a la ficción

Existe un episodio de la serie animada estadounidense Los Simpsons en los cuales la ciudad de Springfield es invadida por una especie invasiva de aves, para esto los ciudadanos de dicha ciudad importan reptiles capaces de devorar a dichas aves, y cuando esos reptiles se vuelven endémicos idean otro plan. Así, en un interminable fractal de presa-predador, terminan importando simios para que maten a la especie invasiva anterior con el fin de que estos mueran en el invierno y así liberarse del círculo vicioso. Tristemente, algo similar ocurrió en Borneo cuando un experimento destruyó un ecosistema.

Si bien esa fue una humorada, los creadores de la serie basaron dicho episodio en un evento de la realidad. Este fue un experimento que tuvo lugar a finales de los años 50 en la hermosa isla de Borneo, donde la alteración del balance natural llegó a niveles desquiciados.

Esta década fue en especial problemática en lo que a «experimentos de control de plagas» respecta. Mientras en Borneo introducían especies invasivas en Francia el científico Paul Felix Armand-Delille introducía un virus que diezmó a los conejos europeos sin piedad.

Fotografía del interior de una jungla de Borneo.
Junglas de Borneo.

Un experimento en Borneo que destruyó un ecosistema

Ante la peligrosa invasión de mosquitos portadores de la malaria el gobierno de Borneo decidió resolver dicho problema rociando las áreas afectadas con DDT. Esto demostró ser muy útil, sin embargo las cucarachas comenzaron a devorar los mosquitos muertos aumentando ampliamente su número.

Esto llevó a que la región se infeste de lagartijas, las cuales venían en masa a devorar la gran cantidad de cucarachas. Sorpresivamente, y al contrario de lo que el gobierno esperaba, las lagartijas no murieron a causa del veneno residual, sino que su sistema nervioso se vio afectado, aturdiéndolos y volviéndolas realmente molestas para la población. Subiendo en la cadena alimenticia la ciudad se infestó de gatos, los cuales veían en las atontadas lagartijas una presa fácil.

No obstante, los gatos comenzaron a morir, ya que al devorar las lagartijas consumían el DDT residual en su organismo, el cual venía pasándose de presa en presa. La falta de gatos llevó a que tenga lugar la invasión de ratas más masiva registrada en la historia, dado que las ratas eran inmunes al DDT tras años de soportar infinidad de venenos utilizados en su contra.

Curiosamente este no fue el único incidente de este tipo: a finales del siglo XIX los Estados Unidos fue invadido por una planta japonesa llamada kudzu, uno de los peores incidentes con especies invasivas en la historia de dicho país.

La WHO -Organización Mundial de la Salud- debió prohibir el uso del DDT mientras que el gobierno de Borneo debió, durante años, importar aviones cargados con gatos para combatir la invasión gigantesca de ratas.

¿Qué fue lo peor? si bien se erradicó la malaria las ratas y distintos insectos que afloraron trajeron consigo la peste bubónica y la fiebre tifoidea. No solo eso, continuando con mi investigación descubrí que el DDT además de los mosquitos terminó con las avispas, esto llevó a que las termitas y varios otros parásitos crecieran de manera descontrolada. De hecho, varias casas se derrumbaron a causa de un tipo de larva que anidaba en sus parantes pudriendo los mismos en el proceso.

Cuando las ratas murieron y los gatos se sobrepoblaron, lo crean o no, la solución fue importar perros de Malasia!. Como vemos, otro ejemplo donde la realidad supera a la ficción y la estupidez humana llega a su aparente límite.

¿Pero tiene un límite la estupidez humana? en las inmortales palabras del genio de la física y padre de la teoría de la relatividad, Albert Einstein, quien se refirió a esta cuestión: «Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro».


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