El padre de la arboescultura
Las arboesculturas son el único tipo de esculturas realizadas con seres vivos. Popularizadas por Reames y Delbol en 1995 gracias a su libro «Cómo hacer crecer una silla» estas esculturas conllevan varios años de realización y se inician desde el momento en que el árbol es solo un retoño.
Es entonces que con extrema paciencia y laborioso trabajo para determinar como y cuándo hacer los dobleces (esto no es siempre evidente, ya que el engrosamiento de la rama modifica el ángulo con el tiempo, por lo que se debe hacer el doblez a conciencia) que un árbol puede ser convertido en una silla o una escalera e incluso estructuras gigantescas al combinar varios árboles, trenzando sus ramas e incluso uniéndolas en lugares específicos para así obtener una mejor integridad estructural en lugares claves de la forma que se busca crear.
Basadas en técnicas no destructivas y que no perjudiquen la vida del árbol, los arboescultores van manejando los brotes y ramas para otorgarles una forma específica. Si bien la técnica fue popularizada en 1995, esta es mucho más antigua remontándose a los tiempos de los druidas, quienes «conformaban la naturaleza» con el fin de construir templos circulares.
En los años 20 un hombre de California llamado Axel Erlandson, hijo de inmigrantes suecos, comenzó a experimentar con varias técnicas de Arboescultura. Prontamente encontró varias maneras de curvar, doblar e incluso fusionar las ramas de distintos árboles para crear «árboles sorprendentes y nunca antes vistos».
Tras la muerte de Erlandson muchos de sus árboles se perdieron por la falta de cuidados. Sin embargo, varios otros fueron salvados y conservados hasta el día de hoy por distintos entusiastas e incluso puede visitarse un pequeño parque temático con varias de sus creaciones, las cuales permanecen vivas y creciendo incluso al día de hoy.
La arboescultura
Esta técnica en realidad no es nada nuevo, y varias culturas de la antigüedad empleaban de cierta manera distintas técnicas de arboesculturas o de manipulación de la vegetación. En efecto, la manipulación física de los árboles y la vegetación es algo muy común a lo largo y ancho del mundo y a través de la Historia, son comunes los injertos florales e incluso los arbustos que se podan de ciertas maneras para darle distintas formas decorativas.
Lo llamativo de la arboescultura, no obstante, es la paciencia que se requiere. Para ver los frutos, figurativamente hablando, se deben esperar años, y si hay algún error en el diseño que se pasó por alto el mismo solo se podrá notar a los varios años.
El árbol de los 40 tipos de frutos
El árbol de los 40 frutos es un proyecto artístico y botánico el cual lleva la milenaria tradición japonesa y china de crear árboles capaces de dar varios tipos distintos de frutos mediante la utilización de injertos al límite.
El mismo es un árbol del cual crecen exactamente cuarenta tipos distintos de frutos drupáceos: mangos, melocotones, ciruelas, cerezas, café, nueces, y varios otros. Es decir, frutos que contienen un carozo o hueso central rodeado por un abundante y carnoso tejido fibroso y una, por lo general, una fina cáscara exterior que protege la fibra del fruto de los insectos y el clima.
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