La llegada de la pólvora a Europa
Si bien la pólvora, los cohetes y los cañones existían en China desde mucho antes, donde incluso se utilizaban con fines no bélicos como la silla cohete de Wan Hú, la pólvora llega a Europa a mediados del siglo XIII siendo mencionada por vez primera en la obra de Roger Bacon denominada Opus Majus. Su adopción fue lenta, con una de sus primeras implementaciones siendo una especie de primitivas granadas utilizadas durante las Cruzadas. Todo esto llevaría a una carrera bélica la cual podemos trazar a castillos como el Castel del Monte, el cual, curiosamente, antecede al uso de la pólvora.
No obstante, con el paso de las décadas, y gracias a descubrimientos realizados en Medio Oriente y Asia, las distintas naciones europeas irían implementado cañones, desde el primer cañón empleado en Europa, el denominado vaso de 1327 y los cañones utilizados durante el Asedio a Alicante en 1331 hasta evolucionar en los poderosos cañones como el gigantesco Mons Meg, utilizado por los escoses para destruir castillos ingleses.
Los cañones harían evolucionar los fuertes a tal punto que en el Renacimiento se construirían los fuertes estrella, íntegramente pensados para resistir los ataques de conjuntos de cañones. No obstante, existió un castillo, que si bien se pensó y construyó antes de la llegada de los cañones a Europa, sirvió como inspiración para los fuertes estrella ya que detrás de si tenía una implementación muy similar. El castillo octagonal Castel del Monte, del cual hablaremos a continuación.
El Castel del Monte
Construido en la región italiana de Puglia por Frederick II, emperador del Sacro Imperio Romano a mediados del 1200, el Castel del Monte es una joya arquitectónica y de la ingeniería bélica. Su singular diseño no es un capricho de la estética, sino que se trata de una respuesta al nuevo tipo de armamento que comenzaba a surgir en el último periodo de la edad media: los cañones.
En el pasado, estaba decorado con hermosos frescos y mármoles en toda su superficie. Desafortunadamente nada de esto se conserva hoy día. Tanto lujo ha llevado a creer a algunos historiadores que esta fortaleza no tenía como fin último la guerra, sino que servía principalmente como morada de descanso para el emperador y su esposa.
Con el advenimiento y utilización de los cañones a finales de la Edad Media, los castillos debieron ser modificados para adaptarse al nuevo y mortífero tipo de armamento. Es así que tras varias pruebas y errores los ingenieros de los distintos reinos comenzaron a realizar una serie de cambios fundamentales en los esquemas de las fortalezas.
La evolución hacia los fuertes estrella
Entre estos cambios, el más importante y notable, consistió en la eliminación de las murallas planas y rectangulares. Esto reducía muy eficientemente la posibilidad de concentrar el fuego de los cañones en un punto específico de la muralla, dispersando así el poder de fuego del enemigo.
Dicho cambio tuvo un efecto sorprendente en la estética externa de los mismos, ya que las nuevas construcciones abandonaban la típica forma rectangular o cuadrada, y comenzaban a tomar una formas más curvadas e incluso, en los diseños más avanzados, denominados como fuertes estrella.
Algo que ciertamente limitaba en gran medida el área de ataque disponible al enemigo, forzando a estos a limitar su ataque a un área más pequeña o tener que dividir su ataque en secciones, algo que todo comandante del medioevo deseaba evitar ya que los ataques masivos eran el tipo de ataque preferido en la época.
Al mismo tiempo, se incrementó la capacidad de flanqueo por parte de los defensores al emplazar largas torres salientes en las zonas de las murallas más propensas a caer ante el fuego de artillería. Un ejemplo de lo dicho puede ser visto en los castillos de Sarzana-Italia s. XIV- y Deal-Inglaterra s. XVI- más curvos y reducidos en tamaño.
Gradualmente los castillos cambiarían tanto que dejarían de ser castillos, y pasarían a ser lo que hoy en día conocemos como fuertes. Ya para el siglo 16 los castillos no eran ciudadelas sino que pasaron a ser más que nada puestos de artillería en puntos estratégicos. El combate de castillos sería finalmente acabado por Napoleón, y su estrategia de movilización rápida, que volvía a las fortalezas obsoletas.
En este artículo puedes leer un texto del mismo Napoleón sobre el tema.