El optimismo retrofuturista
A finales de los 50 y durante la mayoría de los años 60 la tecnología nuclear era vista con temor, pero curiosamente, a la vez, era considerada como el futuro y prosperidad de la humanidad. Cualquiera que haya visto una película de la época, habrá notado cómo se presentaban distintos aparatos con un índole «cuasi-mágica» que permitían realizar todo tipo de tareas tediosas en cuestión de segundos gracias al poder del átomo. Hoy en día denominamos a éste fenómeno artístico y cultural como retrofuturismo.
Ford nucleon, el automóvil nuclear
Dicho todo lo anterior, estos aparatos no eran territorio exclusivo de la ciencia ficción. Sino que varias empresas intentaron diseñarlos y volverse así las líderes de un nuevo mercado tecnológico de punta que dominaría al mundo. Una de ellas fue Ford, y su prototipo de auto atómico: el Ford Nucleon.
Varias horas de trabajo y diseño se pusieron a cuestas de este prototipo presentado entre 1957 y 1958. Prototipo cuya mayor curiosidad era que reemplazaba el motor de combustión por uno nuclear. La celda con los materiales radiactivos se ubicaba en la extensa parte trasera del auto, aislada y fuertemente reforzada para evitar cualquier tipo de escape o fuga.
Si bien la celda de poder estaba pensada para venir en distintos tipos de tamaño, el rendimiento promedio de la celda básica utilizada por el que sería el modelo inicial de Ford Nucleon se calculaba poseería un rendimiento de 8 mil kilómetros por recarga. La razón por la cual Ford pensó celdas de distintos tamaño radica en el hecho que el Nucleon iba a ser simplemente el primer modelo de la que sería una linea de producción múltiple. Desde automóviles comunes hasta camiones y vehículos agrarios.
Si bien el proyecto nunca pasó de la etapa de prototipo conceptual, es decir, se realizaron todos los dibujos técnicos y a su vez se construyeron alguna de las tecnologías necesarias para llevar el proyecto a acabo, el Ford Nucleon quedó en la Historia como el primer y único intento serio de diseñar un automóvil nuclear por parte de una de las principales automotrices del mundo luego de que Ford decidiera cancelar el proyecto debido a la imposibilidad de asegurar el reactor (no solo de las colisiones sino de los seres humanos con intenciones poco nobles).
El Ford X-2000, el automóvil a cohete
El Ford Nucleon no fue el único prototipo de automóvil revolucionario que la Ford intentó fabricar durante esta época, es decir finales de la década del cincuenta, sino que existió un vehículo experimental que, según la mítica compañía automovilística, sería el automóvil más rápido del mundo. Un automóvil que se aprovecharía de uno de los conceptos más populares en la época de la intensa carrera espacial entre América y los Soviéticos: el cohete.
Estamos hablando del Ford X-2000 uno de los auto-cohete más extravagantes de la historia. Incluso se rumorea que los altos directivos de la Ford intentaron convencer a varios congresistas estadounidenses, quienes debían una gran cantidad de favores a este peso pesado industrial, para que se le permitiesen utilizar tecnología aeroespacial clasificada en la construcción de un prototipo de auto-cohete.
La obsesión de los Estados Unidos en ese entonces con los cohetes era tal que incluso una de las ramas de sus fuerzas armadas intentó diseñar un sistema de correo enviado a cohete con el fin de enviar mensajes escritos, imposibles de interceptar, desde los barcos militares a las bases en tierra en cuestión de minutos.
Desgraciadamente nunca llegó a ser una realidad, ya que al igual que el Ford Nucleon el Ford Volante X-2000 era muy peligroso tanto debido a las posibles colisiones que pueda sufrir como al accionar de personas que intentaran convertir al mismo en un arma.
Reactores nucleares caseros
De haberse construido y vendido en masa, el Ford Nucleon hubiese dado un mini-reactor nuclear hogareño a cientos de miles de personas en todo el mundo. Si bien la idea resulta descabellada, debemos decir que hubo personas que, a manera de hobby, construyeron sus propios reactores nucleares.
Quizás el ejemplo más emblemático de lo anterior es el reactor que construyo David Hahn, mejor conocido bajo el apodo de «El Boy Scout radiactivo», un jóven que recolecto material radiactivo y construyó un reactor de cría, el cual, tras un desperfecto, irradió su casa y gran parte de las casas vecinas.