La turbulenta historia de la Mona Lisa
La Mona Lisa es quizás la obra más reconocida del genio florentino del Renacimiento Leonardo Da Vinci, y, si bien hoy en día es cuidada con los más costosos sistemas de seguridad que el dinero pueda comprar, en el pasado la misma se encontraba completamente expuesta. Esto era tan así que en 1956 un hombre desequilibrado llamado Ugo Unganza Villegas (sic) atacó la obra a los golpes. Increíblemente la acción de Villegas no fue el único atentado contra la histórica pintura, y décadas antes, en 1911, un hombre logró robarla y tenerla en su posesión durante varios días.
El robo de la Mona Lisa
Tiempo atrás la Mona Lisa o la Gioconda, como también se la conoce, no gozaba de la popularidad que hoy la acompaña, de hecho, a principios del siglo XX la misma ocupaba un salón compartido con otras pinturas, no como pieza central, sino como una obra más de la exhibición.
Este era el salón Carré, en el cual se exponía arte del Renacimiento. La seguridad era tan laxa en el mismo que tras ser robada un 21 de agosto de 1911, debería pasar un día corrido hasta que el pintor Louis Béroud, quien iba solamente de visita al museo, notara un faltante en la pared. Acongojado, el pintor se dirigió hacia los guardias de seguridad, donde informaría que un robo había tenido lugar.
La imagen anterior nos muestra el espacio que ocupaba el marco del cuadro de la Mona Lisa vacío tras que esta fuese robada en 1911.
El guardia con un tono relajado y un tanto despreocupado, le replicó que la misma seguramente se encontraba siendo fotografía para utilizar su imagen en los folletos de publicidad del museo. Béroud, a quien le resultó extraño el procedimiento, se dirigió a buscar información con uno de los superiores del museo, quien le confirmó su temor, efectivamente, la sonriente dama había sido sustraída ilegalmente.
Théophile Homolle, curador del ala egipcia, encargado del museo, ya que el director del Louvre estaba de vacaciones, llamaría a la Policía de París. Al llegar los oficiales, rápidamente implementarían un cerrojo y el museo cerraría sus puertas durante 7 días y medio, donde una frenética búsqueda se desarrollaría con el fin de encontrar la pintura. Búsqueda que resultaría inútil, ya que la misma no apareció, solo su marco descartado.
Tras esto, una de las más intensivas búsquedas en la historia de la criminalística tendría lugar.
El rostro de Leonardo: durante varios siglos se creía que el genio florentino realizó un solo autorretrato. No obstante, un análisis forense descubrió que Leonardo, de joven, realizó otros dos autorretratos de si mismo ocultos a plena vista: Los dos autorretratos ocultos de Leonardo da Vinci
Comienza la búsqueda
Decididos a marcar un ejemplo los investigadores confeccionaron una larga lista de sospechosos, entre ellos Picasso, a quien lo citaron a declarar. Pero ninguno de los entrevistados parecía ser el culpable. En efecto, la Mona Lisa parecía haberse perdido para siempre y durante los primeros días de la investigación llegaron a pensar que nunca recuperarían la obra.
No tardarían en aparecer todo tipo de conspiraciones y teorías del por qué del robo. Entre las más graves estaba la que sostenía que el robo fue organizado por el gobierno alemán para deshonrar a Francia. Tal sería la fuerza que tomaría la misma que un incidente internacional casi ocurre cuando los alemanes comenzaron a decir que era todo un complot francés.
Pasarían dos años y el comprador italiano de arte Alfredo Geri recibiría una carta ofreciéndole la pintura robada. Aunque incrédulo, Geri, que no quería problemas, dio aviso a uno de los administradores del museo Uffizi, quien le recomendó responder la carta.
Este acató el consejo y arregló con el misterioso vendedor una cita en Milan. Quien, tras presentarse bajo el seudónimo de Leonardo Vincenzo, comentó que quería vender la obra a un museo italiano por medio millón de liras en un acto patriótico de devolver a Italia los tesoros robados por Napoleón -curioso, ya que fue el mismo Leonardo quien llevó su obra a Francia y la vendió al Rey Francis I por varios cientos de onzas de oro-.
Tras reconocer la obra como original, y dar aviso a la Policía, el hombre cuyo nombre real era Vincenzo Perugia y trabajaba como carpintero en el Louvre, sería apresado.
Sin embargo, a Perugia se le dio solo una condena simbólica, ya que la gente lo alentaba como todo un patriota. La pintura recorrió toda Italia antes de ser devuelta al gobierno francés, y curiosamente, en un vuelco del destino, el incidente sería el primer escalón hacia la fama que goza actualmente esta emblemática pintura renacentista.
Este evento estuvo plagado de curiosidades y casualidades, a continuación hablaremos sobre algunas de estas.
Curiosidades
Curiosidad 1: Una de las ironías es que la razón por la que Beróud fue a ver la pintura es porque este quería unirse a la protesta de varios artistas por la colocación de cristales protectores frente a las obras más importantes, que según estos, quitaban de la experiencia artística. Su intención era ver a la Mona Lisa y pintar a una mujer parecida arreglándose el cabello mientras utilizaba el reflejo del cristal protector como espejo.
Los museos más extraños del mundo: el Louvre es famoso por sus finísimas colecciones de arte. No obstante, a lo largo y ancho del mundo existen museos con algunas de las colecciones más extrañas y llamativas que se puedan imaginar: Los museos más extraños, del Museo Mutter al Museo de la Stasi.
Curiosidad 2: Posteriormente se sabría que Perugia no estaba solo, y este había sido prácticamente convencido por un estafador argentino de nombre Eduardo Valfiemo. Valfiemo trabajaría junto al copista Chaudron durante los años en los que la pintura estuvo desaparecida vendiendo copias muy hechas de la obra maestra.