A principios del siglo XIX la familia de artesanos Bronnikov crearía algunos de los mecanismos artesanales más espectaculares de todos los tiempos. Ubicados en la región rusa de Viatka, el patriarca de la familia comenzó a preocuparse por como, ante la gran cantidad de conflictos, estatuas y otro tipo de piezas artísticas hechas en metal, sobre todo en bronce y otros metales preciosos, eran fundidas con el fin de construir cañones y solventar los esfuerzos bélicos.
Aunque de manera irónica Viatka fue un centro de extracción y procesamiento de metales durante los Zares, esta preocupación lo llevó a pensar en la utilización de materiales que, dada su naturaleza, no hicieran a sus creaciones correr un destino tan nefasto -aunque también existe la anécdota de que todo empezó como un hobby- . Pasarían los años, e Ivan Bronnikov descubriría que sus creaciones se habían vuelto un objeto de deseo entre la realeza. Es así que, efectivamente, dedicaría su trabajo casi por completo a la construcción de relojes de madera, hueso y marfil.
De todos los producidos, su mejor creación sería un reloj enteramente de hueso de oso fabricado entre 1865 y 1866, tras la muerte de Iván, por su hijo, Semyon, quien poseía un enorme talento. Con sus 50mm de diámetro, esta exquisita creación llevaría un trabajo monumental, ya que incluso las pequeñas cadenas y ruedas del mecanismo serían talladas a partir de este material. Afortunadamente, se ha mantenido intacto, junto con aproximadamente otras 200 piezas producidas por esta familia de artesanos.
Una de las piezas más famosas de la colección de relojes de hueso fabricados por la familia Bronnikov se encuentra el simplemente denominado «Reloj de hueso». Un reloj de cuerpo doble, cuyo material fue finamente pulido al punto de producir un leve reflejo, y como los ejemplos anteriormente mencionados, también poseía cadenas hechas a partir de eslabones tallados del mismo hueso con el que se confeccionó el cuerpo del reloj. Este reloj fue subastado por unos 25 mil dólares en el año 2005.
La imagen vista al principio de este artículo es una fotografía del anteriormente mencionado «reloj de hueso». Vemos los intrincados mecanismos que permiten su funcionamiento y a sí mismo vemos el asombroso trabajo artesanal que permitió fabricar las cadenas hechas enteramente a partir de hueso.
Otro de los modelos fabricados por la familia en 1870 es el reloj que podemos observar hacia la izquierda. El mismo es un reloj de bolsillo diseñado dentro de un contenedor denominado comúnmente en el mundo de la relojería como de «estilo cazador». Si bien el talento necesario para realizar estos mecanismos es admirable, nos queda preguntarnos si los mismos son objetos útiles en la vida cotidiana o simplemente adornos novedosos, ya que, si los mismos funcionasen en constantemente como los relojes normales, sus mecanismos de hueso se terminarían gastando muy rápidamente y por lo tanto se volvería imprecisos a los pocos años.
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