Una historia de colisionadores de partículas
La historia del SSC (por sus siglas en inglés Superconducting Super Collider, o, en español Súper colisionador superconductivo) es una de las tantas historias tristes donde la falta de visión de los políticos y la burocracia llevan a la cancelación de un proyecto científico que podría haber, literalmente, revolucionado el campo de la física de partículas y con esto el mundo entero, ya que el SSC, de haber sido construido, hubiese sido el acelerador de partículas más grande del mundo.
Este súper acelerador de partículas fue pensado, planeado, diseñado e iniciado con muchos años de anterioridad al LHC (Gran colisionador de hadrones en español o Large Hadron Collider en inglés) del CERN, el mayor centro de estudios e investigaciones de Europa y el lugar donde Tim Berners-Lee creo el primer servidor web y las primeras páginas de Internet.
SSC, el coloso que nunca fue
Con una circunferencia planeada de 87 kilómetros, el SSC sería capaz de generar rayos de 30 TeV -millones y millones de electrón-voltios- y unos 40 TeV en el centro de masa -más del doble del LHC-. Supuestamente, creían, el SSC sería capaz de comprobar los, hasta en ese entonces teóricos, bosones de Higgs (la existencia de dichas partículas se logró finalmente probar en el año 2012 gracias al LHC, ver la parte final de este artículo para más información sobre las mismas y su descubrimiento).
La puesta en marcha del proyecto tendría todos los condimentos de una novela trágica: Tiempos extendidos, problemas entre contratistas, problemas no previstos durante el diseño y, peor que la suma de todos los anteriores elevada al cubo, políticos y burócratas entrometidos que no entendían los beneficios que un proyecto de éstas características traería al país de haber sido concretado.
Tras 4 años de intensa puja política, finalmente en el año 1987 se eligió el lugar ideal para emplazar el SCC, algo que incluía tanto excavar los túneles para el acelerador cómo y construir los edificios para los investigadores: Fort Worth, Texas, lugar ideal ya que la existencia de otras instituciones científicas masivas era de gran ayuda.
Si bien la construcción tuvo sus inicios a finales de los años ochenta, las verdaderas tareas pesadas de construcción y excavación comenzaron de manera seria en el año 1991, cuando comenzó tanto la excavación de los túneles subterráneos como la construcción del edificio principal para los laboratorios de investigación.
La construcción principal se basaba en unos 23 kilómetros de túneles amurallados con gruesas paredes de concreto, divididos en 17 ramificaciones, los cuales fueron finalizados en el año 1993. Año para el cual el proyecto había pasado unos 12 mil millones dólares por sobre su costo proyectado originalmente.
Todo lo anterior, combinado con las etapas iniciales de la construcción de la Estación Espacial Internacional, otro proyecto científico colosal, y el cambio de gobierno del presidente estadounidense Bill Clinton, fueron el último clavo en el ataúd del SSC, y el Congreso de los Estados Unidos de América decidió cortar los fondos ya que consideraban la construcción un proyecto faraonico que requeriría varios miles de millones de dólares más para poder ponerlo en marcha.
Hoy día el SSC es una gigantesca tumba de paisajes increíbles, los cuales nos recuerdan más al escenario de una película distópica de ciencia ficción que a un centro científico que podría haber llegado a cambiar el mundo.
Los bosones de Higgs
Como mencionamos anteriormente en ese entonces los bosones de Higgs eran partículas elementales de carácter hipotético. No obstante, y gracias al LHC, se demostró que los bosones de existen realmente. El anuncio se hizo el 4 de julio del 2012, al año siguiente Peter higgs, el científico que las predijo, fue galardonado con el Premio Nobel.
Gracias al descubrimiento de los bosones de Higgs, partículas fundamentales en el Modelo Estándar de la física de partículas, se permitió la creación de modelos más precisos y un entendimiento mucho más complejo y perfeccionado de la naturaleza del universo. Algo fundamental para el desarrollo futuro de implementaciones prácticas en el campo de la natotecnología, estudios cosmológicos y la física cuántica.
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