Los guerreros kamikaze
Los kamikaze, palabra que en japones significa «viento divino», son quizás una de las referencias a la Segunda Guerra más reconocidas de todas, algo que mencionamos anteriormente en nuestro artículo sobre la Segunda Guerra mundial en imágenes a color. Sin embargo, si bien su versión aérea es la que posee dicha popularidad, es su versión submarina la que ha sido prácticamente echada a un lado de la historia.
Los Fukuryu y los Kaiten
En los últimos años de la guerra se hacía evidente la invasión de las Islas japonesas por parte de los aliados. Era evidente, dada su geografía, que la misma debía requerir un control estricto de las costas para ser efectiva. Por lo que un sistema de minas debió de ser diseñado.
Curiosamente, el Alto Mando Japonés, establecería que las «minas normales» serían poco efectivas, ya que las mismas además de ser estáticas, eran fáciles de detectar. Es así que se implementaría un novedoso y escalofriante sistema: Minas humanas denominadas fukuryu. Buzos kamikazes entrenados para esconderse en el lecho, esperar una embarcación, y tras divisar una de estas bucear hacia la misma y hundir o al menos dañar con una bomba de 15 kilogramos que llevaban adosada a una larga lanza.
Es así que pocos días antes al temido día en el cual los aliados lanzarían la invasión, al rededor de 4 mil hombres serían entrenados en la base naval de Yokosuka para esta tarea, la cual, estaría bajo la supervisión del capitán Shintani.
Si bien su período de existencia sería corto, ya que como todos sabemos Hiroshima y Nagasaki lograrían la rendición incondicional de Japón, durante su corta existencia lograron infringir serios daños a navíos de importancia clave, ataques que, al igual que los realizados por sus contrapartes del aire, serían más efectivos psicológica que estratégicamente.
Una de las pocas fotografías que se conservan en el presente de un fukuryu:
Los fukuryus, además, contaban con el apoyo de otro tipo de unidad suicida. Los Kaiten, torpedos comandados por un piloto suicida muy al estilo de los Kamikazes pero bajo el agua. Famosos por haber acertado un duro golpe a los americanos al impactar directo en el navío tanquero USS Mississinewa.
En el siguiente esquema observamos que se trataba de una construcción muy simple y rudimentaria, algo llamativo debido al hecho de que los japoneses poseían los submarinos más avanzados de la guerra, como por ejemplo el submarino de mar azul I-400, el cual era además un portaaviones sumergible.
Irónicamente sería una de las tres armas -junto al misil alemán V2 y el lanzallamas ruso de la primera guerra mundial- en matar a más aliados que enemigos, ya que los severos desperfectos en la apurada construcción de la misma llevaron a docenas de explosiones prematuras. No obstante, su efecto en la psicología de los aliados tuvo un impacto considerable, como quedó demostrado durante la Operación Cottage, la invasión estadounidense y canadiense a una isla abandonada que terminó en una enorme tragedia de «fuego amigo».
Los fukuryu y los kaiten como armas psicológicas
Este tipo de ataque, además de causar costosos daños materiales, convertía a los fukuyu y a los kaiten en armas psicológicas. No solo porque los aliados debían enfrentarse a «minas inteligentes» las cuales podían crear estrategias, saber cuando ocultarse y actuar en sigilo, pero además los convencía de que estaban luchando contra un enemigo que estaba listo para sacrificar, todo, incluso su vida para ganar la guerra.
El golpe psicológico de lo anterior los convertía en algo aterrador para los aliados, ya que, de por si, incluso si nunca se topaban con uno, estos sabían que los japoneses lucharían hasta el último hombre. Pocas otras armas en la guerra tenían el mismo efecto psicológico.
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