Algo hurgar archivos fotográficos antiguos no es raro encontrarse, o toparse por así decirlo, con fotografías o imágenes maravillosamente raras. La imagen a continuación es una de esas fotografías tan raras y totalmente fuera de lo común. Un retrato del hombre con la barba más larga de la historia.
La misma se trata de Hans Nilsen Langseth, un hombre noruego nacido en el siglo XIX y que a principios del siglo XX, entre 1910 y 1919, llegó a ser, en efecto, el hombre conocido con la barba más larga de la historia. Hans dejó que su barba crezca hasta alcanzar los asombrosos 5,33 metros de largo mientras vivía en Dakota del norte, Estados Unidos.
Quizás el proceso de plata coloidal utilizado para tomar la fotografía es lo que logra darle ese particular aura que rodea los bordes de la imagen y que deja tan definidos los rasgos de Hans y el bello ornamento de la silla sean lo que convierte a esta placa fotográfica en algo visualmente etéreo, quizás un plano fantástico digno de la imaginación de Tolkien.
El récord Guiness actual de la barba más larga
Para darnos una idea de lo larga que era la barba de Hans Nilsen Langseth, la debemos compara con el record Guiness actual de la barba más larga. La misma pertenece al canadiense Sarwan Singh, quien llegó a tener una barba de 2,495 metros de largo.
Menos de la mitad del largo de Langseth. En efecto, es muy difícil llegar a semejante largo, ya que a medida que la misma comienza a llegar al piso y deber ser recogida, se empiezan a formar rastas y se vuelve muy difícil de limpiar.
La barba a través de la historia occidental
Uno de los aspectos históricos más interesantes de las modas y las épocas, y que he leído en varios artículos pero nunca pude terminar de confirmar certeramente, es el por qué en la mayor parte de Europa con herencia latina, es decir de origen romano, los hombres solían rasurarse y recortar su cabello.
Aspecto que dice que los romanos, a través de la influencia cultural de proveniente de Italia del sur, Magna Græcia, de etnia griega en ese entonces, se basaron en los códigos de conducta de Alejandro Magno quien, y esto si es verídico a la Historia, solía ordenar a sus soldados a rasurarse y cortar su cabello de forma regular, para así evitar ser sujetados del mismo durante el combate y sobre todo minimizar el efecto en las tropas causado por las epidemias de piojos.
Al volver a sus hogares, muchos hombres romanos ya acostumbrados a rasurarse cotidianamente, mantuvieron la costumbre. Siendo así el afianzamiento de esta costumbre en la Europa romana o latina. Costumbre que, como es evidente al ver representaciones de época de Vikingos y germanos, no era muy popular en lo que los romanos llamaban la «Europa Barbara.»
Por supuesto que hay muchas críticas al respecto, ya que por ejemplo también se adjudica a una herencia cultural etrusca -cultura itálica previa de la cual los romanos tomarían muchas costumbres- quienes solían afeitarse.
No obstante, venga de donde venga la costumbre, para el 300 aC el rasurarse era normal en Roma, y dejarse crecer la barba volvería a estar en auge durante el Imperio cuando la «barba de filósofo» se impondría a través de los estoicos -siendo el emperador Marco Aurelio, junto a su gran barba, el estoico más famoso.- y, sobre todo, entre los paganos opositores al cristianismo, como el emperador Juliano el Apóstata, quien dejara crecer su barba a manera de dejar en evidencia su preferencia hacia el paganismo.
En primer lugar vemos una moneda egipcia del siglo III AC utilizada en los territorios de Ptolomeo I Sóter con la cara de Alejandro el Grande. Ptolomeo fue uno de los tenientes que acompañara a Alejandro en su histórica campaña.
La segunda imagen es de la famosa Estatua Ecuestre de Marco Aurelio, contemporánea al Emperador, es una de las pocas estatuas originales del siglo II en sobrevivir a la turbulenta historia de Roma tras la caída del Imperio.
Por último tenemos una segunda es una moneda mostrando a Juliano el Apóstata y su barba pro-paganismo. En efecto, el dejarse crecer la barba, sobre todo en los ciudadanos patricios, de su era una manera de mostrar su desacuerdo con el cristianismo. Religión que estaba ganando popularidad y sobre todo poder de manera meteórica en Roma. Una vez consolidado dicho poder se comenzó a reprimir intensamente las costumbres e historia paganas de los romanos.