La muerte y el horror causados por la Segunda Guerra no terminarían con el cese formal de la misma, especialmente si tenemos en cuenta el accionar Soviético, quienes crearían en Silesia, Polonia occidental, el campo de concentración de Zgoda, administrado por la agencia precursora de la KGB, y en el cual oficialmente se mantenía a «prisioneros de guerra,» pero que en realidad ejercía como centro de depuración tanto de civiles alemanes como polacos que podían llegar a ofrecer resistencia intelectual o popular al régimen comunista en Europa central.
Famoso además por ser el territorio de «caza» del asesino Salomón Morel quien, según estimados del gobierno polaco torturó y asesinó personalmente a cientos de personas durante su período como comandante del campo -especialmente con un método de tortura que él mismo denominaba «la pirámide,» y que consistía en ordenar a sus guardias a arrojar personas unas arriba de otras hasta formar una pirámide, matando así por asfixia a quienes se encontraban en la parte inferior, generalmente mujeres.
El instituto gubernamental polaco encargado de recordar los horrores de la Segunda Guerra (IPN) tiene un muy interesante documento sobre los hechos. Irónica y tristemente, Zgoda anteriormente había sido un sub-campo de Auschwitz. Distintos dueños, misma barbarie.
No obstante, esta entrada está dedicada a la última víctima de la Segunda Guerra Mundial, Leslie Croft, un británico que moriría 64 años después de terminada la guerra a causa de una complicación pulmonar causada por un fragmento metálico de un obús incrustado en su cuerpo durante sus años como combatiente para el Reino Unido en el frente italiano en 1943.
Tras sufrir la profunda herida, Croft sería llevado nuevamente a su país, donde recibiría varias cirugías. La medicina de la época le permitiría recuperarse y vivir felizmente durante 64 años más, pero sería a cause de un bulto en sus intestinos, formado durante los años a causa del daño en el tejído intestinal a causa la cirugía, lo que debilitaría sus pulmones a causa de un bloqueo circulatorio.
Curiosamente Croft aun puede no ser la última persona en morir a causa de heridas sufridas en la Segunda Guerra Mundial, ya que como bien aclara el doctor Stanley Hooper para el Telegraph, aun varios sobrevivientes de la guerra tienen fragmentos de metal u otro tipo de heridas que, al igual en el caso de Croft, pueden complicarse al punto de causar la muerte.
El último avión derribado de la segunda guerra mundial
Un A6M Zero derribado, fotografía tomada el 25 de Agostodel 45 donde puede verse el mensaje de rendición escrito por los pilotos comentando que hace 11 días que esperan ordenes sobre cómo procederY a todo esto, viene la historia del último avío derribado en la guerra. Un A6M Zeros japonés derribado por un Convair B-32 americáno, de nombre «Hobo Queen Two,» .
Derribado sobre 12 días después del brutal ataque con armamento nuclear sobre poblaciones civiles cometido por los Estados Unidos, es decir, el 18 de Agosto de 1945. Pocos días después Japón depondría sus armas y se rendiría formalmente.
Evento en el cual, pero aunque ocurriría unos meses más tarde a la rendición formal, por primera vez en más de mil años, desde el Kojiki -el libro más antiguo del Japón y en el cual se menciona la divinidad del emperador,- un Emperador del Japón negaría ser un arahitogami, es decir, un dios viviente.
No obstante, existe una controversia con respecto a si esa fue la última batalla aérea de la Segunda Guerra, ya que el 17 de Agosto del 45, con Japón ya rendido, un B-32 debió aterrizar de emergencia en las islas Izu tras ser atacado por un grupo de combate japonés, según recuentos personales del legendario piloto de combate Saburo Sakai en su libro autobiográfico Zero-sen No Saigo.
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