Son historias como esta las que me dan esperanza en la humanidad. Historias que, a pesar del sombrío contexto en el que ocurren, demuestran que hay personas que pueden abstraerse de la destrucción y la guerra logrando así ver que el valor cultural e histórico supera al estratégico. Lamentablemente, estas personas son la minoría, y es por esta razón que hoy un gran número de las grandes obras de arte e ingeniería del pasado solo sobreviven en el recuerdo de las páginas de los libros de Historia.
Durante la toma de Pisa, fuerzas alemanas y estadounidenses luchaban por el control de la región. Encarnizadas batallas se libraban en las callejuelas medievales, finamente decoradas con motivos góticos, frescos renacentistas y arquitectura romanesca que, a lo largo de los siglos, fueron presentándose en la ciudad. Por desgracia, la artillería era la mejor opción que ambos bandos tenían, ya que el terreno era tal que caer en una emboscada era relativamente muy simple.
Prontamente la inteligencia del bando americano sospecharía que los alemanes se encontraban dirigiendo su artillería desde la torre de Pisa, a la cual habían apodado como el «tiltin’ Hilton» -el Hilton inclinado.- Teniendo desde la misma, debido a la estratégica ubicación, un excelente campo visual y de referencia para ordenar así devastadores ataques propinados mediante la utilización del Nebelwerfer -un aterrador sistema de artillería empleado en la guerra por los alemanes capaz de lanzar 20 cohetes en rápida sucesión de manera relativamente precisa para la tecnología de la época-
¿Pero quién podía animarse a dar la orden de destruirla? orden que sin duda alguna dejaría a dicha persona ante la historia como un Atila moderno. Tras un acalorado intercambio de palabras con sus oficiales, el coronel Woods decidiría corroborar la presencia de guías alemanes en la torre enviando un equipo de reconocimiento perteneciente a la 91st Infantry Division con el fin de verificar visualmente la situación del edificio. Equipo en el que iba un joven sargento de 22 años llamado Leon Weckstein, famoso por su habilidad para distinguir enemigos ocultos en la distancia, y Charles King, un radio-operador de 20 años encargado de coordinar el asalto a las posiciones alemanas con el resto de las tropas.
Leon y su camarada llegarían a las cercanías de la torre tras lo que resultaría una eternidad, ya que deberían viajar cuerpo a tierra esquivando balas y fuego de artillería así como docenas de cadáveres. La dirección en la que se dirigían era ciertamente la zona más caliente del campo de batalla, ya que era el último punto establecido de retirada que habían escogido los alemanes.
Tras pertrecharse en una posición cercana, Leon comenzaría a avistar la torre, esperanzado con que el rumor fuese falso. Pero al verla de cerca, la torre de 700 años le resultaría extremadamente bella, y comenzaría a observar su figura y formas, distraído de la misión. Una sombra en el campanario le haría sospechar que la misma no estaba vacía, pero tras haber vislumbrado la belleza arquitectónica de la torre, de la cual de hecho ni siquiera sabía su nombre o su importancia histórica, no pudo obligarse a si mismo a dar la señal de fuego, razón por la cual ordenaría a su camarada a volver al campamento aludiendo que se encontraban bajo ataque. Salvando de esta manera al antiguo edificio de su segura destrucción.
Décadas más tarde Leon escribiría sus memorias en un libro titulado, «A través de mis ojos» en el cual relata sus vivencias a lo largo de la guerra y cuenta una versión detallada de los hechos transcurridos durante la batalla de Pisa, ciertamente uno de los puntos más importantes de su vida.
La inspiración de Tarantino
Debemos mencionar que en su película Inglourious Basterds el director y escritor de cine Quentin Tarantinoinspiro la mini-película dentro de la película principal, algo muy común en este director y escritor, en esta historia. Stolz der Nation -orgullo de la nación- era una película supuestamente hecha por los alemanes en la cual un francotirador alemán vencía a una compañía entera de estadounidenses desde una torre italiana.
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