La República Amalfitana
La República amalfitana es un legado de la península italiana medieval y renacentista, región donde las ciudades-estado reinaban, eran prosperas y controlaban el comercio a lo largo y ancho del Mediterráneo y, por lo general, estaban constantemente en guerra unas con otras. Esta pequeña república, dependiente a nivel político del Imperio Bizantino, fue fundada en el siglo IX, y tuvo su época de esplendor entre los siglos X y XI, con uno de sus puertos más importantes siendo la ciudad vertical de Positano.
Hoy en día, Amalfi es una ciudad italiana, y lejos han quedado los tiempos en los cuales sus poderosas flotas controlaban, junto a las otras tres repúblicas marítimas, las aguas del Mediterráneo. Siendo su principal atracción el turismo tanto europeo como internacional.
Además de su bella arquitectura, donde hasta incluso los cementerios son algunos de los lugares con la arquitectura más artística del mundo, las Repúblicas Italianas, tanto las marítimas como las terrestres, han contribuido a la humanidad con el Renacimiento y la aparición de grandes genios como Leonardo Da Vinci, cuyos inventos se siguen probando hoy en día y funcionando tal cual como el genio florentino los había descrito.
Positano, la ciudad vertical
A pesar de haber sido parte de la misma, Positano es mucho más antigua que la República Amalfitana. Trazando sus orígenes a los antiguos griegos y fenicios, cultura, es decir la Antigua Grecia, de la que obtuvo su nombre ya que Positano ha sido dedicada a Poseidón, el dios de los mares y las profundidades.
Fundada sobre las bases de una montaña, esta ciudad supo ser el puerto principal de la República de Amalfi antes de la unificación de Italia. Con una población que no llega a los 4 mil habitantes y una topología extremadamente singular para una ciudad, Positano ostenta uno de los paisajes más llamativos que podamos llegar a encontrar.
Positano se ha convertido hoy en día en uno de los mayores centros turísticos de Italia debido a la popularidad que sus paisajes montañosos y coloridas fachadas verticales. Este gran caudal de turismo se da principalmente gracias a que la ciudad posee un puerto de capacidad considerable. Puerto que hoy amarra cruceros y barcos de pasajeros y que otrora servía como puerto comercial y militar a la República amalfitana.
Otros pueblos verticales
Si bien a menor escala, pueden encontrarse más pueblos verticales desparramados por el mundo adornando los paisajes montañosos de los distintos países. Pueblos que fueron erigidos de manera vertical ya sea por protección contra los invasores o simplemente razones económicas, como fue el caso de Positano.
Rocamadour
Entre los más bellos ejemplos de pueblos verticales encontramos al poblado medieval de Rocamadour en la región central del sur de Francia. Uno de sus aspectos más reconocidos e históricos son sus edificios verticales, denominados como la Cité Réligieuse, así como una espada la cual se cree es legendaria.
En efecto, en una fractura en la cara de la montaña sobre la cual el pueblo fue construido encontramos una espada que da la apariencia de haber sido clavada en la roca. Esta espada, hoy oxidada, se cree es la espada Durlindana, la espada del héroe Orlando Furioso, de quien ya hemos hablado.
En la siguiente imagen podemos ver en detalle como la espada se encuentra clavada sobre una fractura en la roca. Cómo llegó a ese lugar continua siendo un misterio.
El Monte Saint-Michel
Otra de las más bellas ciudades verticales en el mundo es el asombroso Monte Saint-Michel, ubicada en el norte de Francia, considerada como uno de los fuertes mejor diseñados en la Historia previamente a la invención de la pólvora.
Si prestas atención a la sombra proyectada por Saint-Michel sabrás la hora exacta del día en que la fotografía fue tomada, ya que el pueblo en si mismo es un gigantesco reloj solar (el más grande del mundo). Hemos hablado en profundidad sobre esta curiosa fortaleza, la cual era imposible de asediar y tomar por la fuerza hasta la llegada de la pólvora a Europa, en el siguiente artículo: El Monte Saint-Michel, la fortaleza imposible de asediar.