La iglesia de San Juan de Parhicutini, ubicada en el estado de Michoacán es una de las vistas más espectaculares que pude tener en mi vida. Conocí la historia de la misma por comentarios hace unos 5 años cuando pasé seis meses en México, y si bien mi estancia fue en el norte, más precisamente en Torréon, Coahuila, el viaje de varios cientos de kilómetros a Michoacán supo valer la pena.
El singular paisaje en el que se halla la iglesia es debido a la erupción volcánica que tuvo lugar a partir de la explosión en una de las calderas subterráneas del cinturón trans-volcánico que cruza las profundidades de México en el año 1943. De la misma, en lo que antes era una apacible plantación, emergería el volcán Parícutin.
Podemos apreciar en la imagen anterior como gran parte de la fachada permanece intacta.
El proceso llevaría varios años -de hecho finalizando recién en 1952,- y si bien los primeros días fueron los más violentos, ya que a causa de dicho proceso geológico se expulsarían cientos de toneladas de CO2 y cenizas, formándose a su vez ríos de lava y metal derretido, afortunadamente la evacuación sería exitosa y los lugareños lograrían huir antes de lo peor sin tener que lamentar víctimas.
No obstante, la vieja iglesia de San Juan y el pequeño pueblo de Parhicutini, quedarían a merced de la naturaleza. Si bien las casas serían tapadas por la piedra derretida, la iglesia, cuya torre era la estructura más alta de la zona, quedaría semi-enterrada. Siendo su torre, justamente, testigo y testamento de un suceso trágico a nivel económico, pero al mismo tiempo visualmente espectacular y completamente natural.
Los volcanes como grandes conservadores
Irónicamente de la destrucción traída a sus cercanías por los volcanes a lo largo de literalmente toda la historia de la humanidad, en muchos aspectos los volcanes actúan como agentes conservadores para las generaciones futuras, encerrando todo en una montaña de ceniza la cual preservará las construcciones y artefactos durante siglos y milenios.
Es mundialmente conocido el caso de la Villa de los Papiros en Roma, una biblioteca romana en la que hace casi unos 2000 años atrás en la ciudad y colonia romana de Herculano, la furia del volcán siempre intranquilo volcán Vesubio prácticamente congeló en el tiempo hasta nuestros días dicha biblioteca.
Esta era una exquisita villa marítima la cual pertenecía a un adinerado y poderoso hombre romano, Calpurnio Pisón, quien era amante ferviente de la cultura y cuya rica y extremadamente bien provista biblioteca quedó enterrada bajo 30 metros de ceniza volcánica tras que el volcán calcinara a la ciudad. Preservando así los contenidos de la misma hasta nuestros días.
Un paisaje realmente surrealista, donde las formas geológicas se combinan con las formas arquitectónicas.
Se cree que dentro de los papiros hallados en la biblioteca existen textos que se han perdido en el tiempo y que quizás puedan ser recuperados en dicha biblioteca. Puedes leer más en el artículo que hemos escrito sobre la misma.
La iglesia de San Juan de Parhicutini es testamento de esto en parte, aunque en nuestros días se ha convertido más que nada en una advertencia del poder y peligrosidad de los volcanes. En cuestión de minutos el volcán Parícutin no solo destruyó la iglesia, sino que borró del mapa al pequeño y pacífico pueblo de Parhicutini.