La lucha de Polonia por sobrevivir
Polonia es posiblemente uno de los estados modernos que más admiro. Es increíble, al revisar la historia, que esta nación aun exista tras todas las invasiones y voraces enemigos que debió de enfrentar en los últimos tres siglos. Y no es para menos, ya que Polonia conforma ciertamente la frontera natural entre Europa occidental y Europa del este. El contenido de un sándwich en el cual los panes son nada más y nada menos que Rusia y Alemania, y un punto estratégico de tanta importancia que, sin provocarlo ni desearlo, la llevó a ser área de conflicto incontables veces.
Debiendo triunfar para asegurar su propia existencia en la batalla Medieval más grande de la historia, hasta llegar, siglos después, a verse amenazada en sus cuatro puntos cardinales al tener durante los siglos XVII y XVIII que enfrentarse al este con una Rusia militarmente modernizada bajo el mando de un Zar ansioso por poder, y al oeste contra unos belicosos y muy poderosos estados germanos; mientras que al norte una Suecia sedienta de poder deseaba hacerse con el dominio total del báltico y al sur con un Imperio Otomano que parecía imparable y amenazaba con arrasar a Europa entera.
Contra todos, Polonia debió de luchar hasta el último hombre -Polonia era uno de los estados más abiertos al cambio social de la época, creando la segunda constitución del mundo en 1791 (la primera perteneciente a los Estados Unidos) algo que tanto los Kaisers como los Zares, ambos monarcas de regímenes totalitarios, veían como una «mala influencia»-
Nuevamente, los siglos pasaron y las cosas no mejorarían. Con la llegada del siglo XX y la imposición de ideologías fanáticas y totalitarias en toda Europa, nuevamente, los polacos se encontrarían siendo una vez más la frontera natural entre Rusia y Alemania, entre comunistas y fascistas.
La batalla de Grunwald es hoy en día una de las varias batallas que se intentan replicar en la Batalla de las Naciones, un evento deportivo marcial en el cual docenas de guerreros se enfrentan en equipos utilizando equipamiento y tácticas de combate medieval.
La masacre de Katyn
Dieciséis días después de la invasión alemana a Polonia, la Unión Soviética, formalmente «neutral» en ese entonces, decidiría hacerse con una tajada del territorio polaco. Así que, con una fuerza incontable de tanques, arrasaría el este de Polonia muy rápidamente, algo que ya estaba pactado de antemano con los alemanes tras el Pacto Ribbentrop-Mólotov, atrapando por sorpresa a las tropas de reserva que habían sido dispuestas en la frontera, ya que el grueso del ejército había sido enviado a luchar contra los nazis.
A partir de aquí, y tras tomar control de varias regiones estratégicas, una masiva purga sería realizada, asesinando «preventivamente» a cientos de opositores, oficiales militares e intelectuales que pudiesen darle oposición al comunismo. Es así, que a menos de un año de la invasión, en 1940, y bajo órdenes de Lavrentiy Beria, la NKVD, madre de la KGB, cometería un acto genocida atroz fusilando «silenciosamente» a más de 22 mil seres humanos en el bosque de Katyn, principalmente, y otros dos centros menores.
De lo ocurrido, es el accionar de una «persona» lo más aterrador, Vasili Blokhin, el Jefe de Ejecuciones de la NKVD, quien, sin rastro de humanidad alguna y una frialdad espeluznante, se encargaría de ejecutar personalmente a siete mil personas en sólo cuatro semanas.
Algunos de los detalles son escalofriantes, y llevan a uno a cuestionarse como pueden existir desalmados tan repugnantes y sin la menor pizca de humanidad posible. Blokhin calculó su proceder con la mayor frialdad posible, para esto, se puso una meta de 300 fusilamientos por noche.
El procedimiento de Vasili Blokhin en Katyn
– Con el fin de no tener que lidiar con un motín o un acto de rebeldía por parte de sus prisioneros a ejecutar, idearía una fachada en la cual se le diría a la personas que se encontraban «detenidas» para ser procesadas y reenviadas a otros centros de detención (con esto justificaba la disminución del número de detenidos a lo largo de los días)
Los soldados polacos: el régimen comunista soviético no solo asesinó al liderazgo y la élite intelectual polaca, sino que además apresó en masa a cientos de miles de soldados polacos en campos de concentración. Fue solo tras una intensa negociación de los aliados que decenas de miles de soldados pudieron escapar para luchar en la Segunda Guerra junto a los aliados. Una de estas unidades de soldados adoptó un oso bebé al que nombraron Wojtek. Al crecer, el oso se convirtió en un miembro de la unidad ayudando a los soldados al transportar cajas de municiones.
– Al mismo tiempo encargaría a sus subordinados con acondicionar un cuarto, al cual llamarían la «Habitación leninista,» con el fin de hacerlo a prueba de ruido. En el mismo tendrían lugar las ejecuciones.
– Blokhin desconfiaba de la efectividad de las pistolas rusas, y no queriendo verse demorado debiendo de destrabar sus armas, traería personalmente de Rusia su «maletín de trabajo.» Una valija con varias pistolas de origen alemán Walther Modelo 2 calibre .25. A las cuales consideraba como las «herramientas» más efectivas «si se utilizan justo en la base del cráneo.» La cual, además, dado su pequeño tamaño, podía ser fácilmente guardada en un bolsillo.
– Según palabras de Andrei Rubanov, otro de los verdugos, Blokhin podía pasar horas fusilando prisioneros, a los cuales, tras ser fuertemente golpeados en el estómago por los escoltas para dejarlos sin aliento, se les arrodillaba y sostenía para que Blokhin les disparare en la base del cráneo.
– La primera noche de ejecuciones en los bosques de Katyn, el impiadoso y frío verdugo Blokhin no pudo cumplir con su meta de 300 ejecuciones, llegando sólo a ejecutar «250.» Esto lo enfureció fuertemente.
– Al cabo de 28 días Blokhin, cobardemente, terminó con la vida de 7000 seres humanos y cordinó las tareas del entierro masivo en fosas comunes. Al volver a Rusia Stalin en persona lo honró otorgándole la Orden de la Bandera Roja.
Caída en desgracia y muerte
Años más tarde de transcurrida la masacre de Katyn y tras haber servido durante décadas como el verdugo en jefe de Stalin, durante la purga de elementos estalinsitas de la unión soviética realizada por su Khrushchev, Blokhin sería apartado de su cargo y se hundiría en el alcohol. No a causa de una consciencia dolida o una encontrada pizca de su inexistente humanidad, sino porque consideraba que «había sido traicionado.»
Despojado de su cruel trabajo, su oscuro prestigio y posición en el partido, el cruel verdugo se quita su vida en un solitario y húmedo piso soviético.
Los gulags soviéticos
Muchos de los polacos que lograron sobrevivir fueron enviados a las despiadadas y brutales prisiones para enemigos políticos del comunismo denominadas gulags. Algo muy llamativo de los gulags es que los mismos no estaban reservados simplemente para personas comunes y soldados, sino que además existían gulags para intelectuales y científicos. Sergey Korolyov, el genio de la cohetería, estuvo apresado en uno de estos.