Recorriendo una galería del Telegraph pude encontrar una de las imágenes más raras de la historia londinense. Se trata de una ‘moda’ de la década del treinta en la cual, buscando darles un poco de «aire fresco y sol» a bebes criados en hogares pequeños, como como por ejemplo apartamentos, se utilizaba una singular «cuna balcón,» la cual podía adherirse a cualquier ventana y mantener al niño jugando en las alturas.
Estas jaulas eran colgadas desde las ventanas utilizando una serie de ganchos que la aseguraban desde el lado interno al exterior. Las mismas eran entonces trabadas y el bebé era dejado que disfrute del aire libre y se refresque durante el verano. Si bien estas tuvieron su uso y verlas no era algo fuera de lo común, las mismas no se volvieron en algo común o popular en la sociedad británica.
Intento imaginar la reacción de un trabajador social moderno (sobre todo de los hallados en el Reino Unido, siempre intentado justificar su sueldo) y realmente me es imposible. Por supuesto, imagino que en las redes sociales algo así hoy en día causaría una explosión viral.
No es que apruebe la conducta de los padres, de hecho me resulta reprochable. No obstante, recordemos que cuando observamos la historia debemos de despojarnos de los prejuicios modernos, ya que no podemos trasladar valores y juicios actuales a tiempos pasados. Y para ser justos con los padres del niño, en esa época, la gente tenía una visión muy distinta sobre la precaución y las normas de seguridad.
Si bien las jaulas colgantes nos pueden resultar a simple vista como algo extremo, en el pasado hemos visto desde pioneros del paracaidismo arrojarse desde la torre Eiffel y pilotos que eran capaces de reparar sus aviones en pleno vuelo hasta inventores que, para probar y dar confianza a sus posibles clientes de la efectividad de sus chalecos y escudos anti-balas, demostraban la eficacia de sus chalecos anti-balas vistiendo sus propios chalecos mientras recibían los disparos realizados por un asistente.