El dinero pone al mundo a andar
Que el dinero siempre ha traído beneficios y comodidades no es noticia. Incluso cuando esos beneficios y comodidades no eran legales. Ante este hecho se despertó el público de los los Estados Unidos de finales de los años veinte, cuando se enteró a través de la prensa de las comodidades y lujos que el legendario mafioso Al Capone gozaba en prisión. Prontamente las noticias sobre la lujosa celda de Al Capone recorrieron todos los medios del país norteamericano, trayendo a la luz los serios casos de corrupción en su sistema penitenciario y causando así un revuelo e indignación popular.
Mafiosos en América: desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX los Estados Unidos de América se vieron invadidos por grandes y violentas mafias. Estas mafias, muchas de las cuales tenían comprados los favores de políticos y oficiales de la ley, cometían todo tipo de crímenes. Entre estos crímenes los ajustes de cuentas entre mafiosos estaban a la orden del día; entre las historias más interesantes de ajustes de cuentas se encuentra la historia del tipo más duro de la mafia: el imbatible Michael Malloy.
La lujosa celda de Al Capone
Si bien las lujosas condiciones de la vida de Al Capone permanecieron en secreto durante un tiempo considerable, fue gracias a la investigación de un valiente, aunque anónimo, reportero del Philadelphia Public Ledger que se atrevió a reportar las condiciones de vida del poderoso y gangster en la Eastern State Penitentiary.
Al leer la nota el público en general se enfureció de manera colectiva, y no era para menos. La habitación, denominado por los prisioneros y los guardias como la «Park Avenue» de la prisión estaba provista de todo tipo de comodidades y decoraciones. El apodo de la celda hacía referencia a la lujosa avenida de Nueva York donde se encuentras los centros comerciales y restaurantes más lujosos de la época.
Park Avenue estaba decorada con finas pinturas, bustos y alfombras orientales así como también muebles de fina madera que superaban los varios miles de dólares la pieza (quizás no tan llamativos como los muebles mecánicos de la realeza francesa pero, de todas maneras, extremadamente costosos). Al Capone, por supuesto, no comía el mismo potaje a base de arroz y maíz triturado que el resto de la prisión debía ingerir. Sino que tenía su propio chef el cual, a su pedido, le envía el plato deseado a prisión.
Si bien los crímenes de Al Capone eran a veces historias dignas de las leyendas, este gangster no era infalible. Unos años antes de caer preso Victor Lustig, el legendario embaucador que logró vender la torre Eiffel, había logrado estafarlo y al mismo tiempo hacerle creer que le había hecho un favor. Por otro lado, el gobierno de los Estados Unidos logró apresar al mafioso no debido a sus sangrientos crímenes, sino que tuvo que utilizar un tecnicismo legal y detenerlo por «evasión de impuestos».