Vie ferrate
Subir a la cima de una montaña no es tarea fácil, por lo que en distintas áreas del mundo se las han ingeniado durante los siglos para facilitar esta tarea, desde gigantescas escaleras de caracol en China hasta escalofriantes puentes colgantes en Suiza. Por supuesto que, a pesar de las mejoras, aun siguen siendo áreas de difícil acceso, solo aptas para personas sin temor a las alturas. Una de mis preferidas es la bajada de la Liberty Cap en el parque Yosemite, la cual podemos ver en la siguiente composición mostrando la bajada de le
Técnicamente estas modificaciones son llamadas vie ferrate -plural del italiano para caminos de hierro-, y son comúnmente construidas para asistir a senderistas y escaladores novatos a cruzar, subir o bajar una cara rocosa vertical. Existen infinidad de las mismas el mundo, muchas, sobre todo en los Alpes, tan antiguas como increíblemente peligrosas.
El caminito del Rey
En El Chorro, Málaga, existe una vía ferrata que parece sacada de un momento de tensión y riesgo del Señor de los Anillos. La misma es un acceso, aun utilizado hoy en día por senderistas, construido a principios del siglo XX por la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro para asistir a los obreros y operarios que se encontraban trabajando en las centrales energéticas del lugar, y el cual conecta mediante un sendero férreo los Saltos del Gaitanejo y del del Chorro.
Su nombre proviene a partir de la visita del rey Alfonso XIII con motivo de asistir a la inauguración de la represa Conde del Guadalhorce en 1921, y de quién se dice cruzó el sendero de un lado a otro para llegar a la misma.
El camino posee una longitud de 3 kilómetros a una altura de 100 metros, siendo su parte más ancha de solo 1 metro. Como se puede ver en las imágenes se encuentra muy deteriorado, por lo que ha habido muchos accidentes y las autoridades han prohibido, aunque no con mucho éxito, su acceso. Por fortuna actualmente existe un proyecto de renovación que invertirá 18 millones de euros en su restauración.
Lagazuoi y las montañas laberinto
Si mezclásemos un laberinto con una montaña el resultado sería similar a Lagazuoi. Durante la Primera guerra mundial tropas austriacas e italianas enfrentadas en las Dolomitas -parte italiana de los Alpes- intentaron trasladar el concepto de guerra de trincheras a la montañas de la región de Lagazuoi.
Para esto, ambos bandos emplearían a cientos de hombres cavando túneles día y noche a través de la dura roca alpina. Desde nidos de ametralladoras hasta intrincados búnkers y sistemas de escaleras serían algunos de los tantos tipos de estructuras conectados por los estrechos pasillos que formaban los complejos de ambos bandos.
Si bien la mayoría de estos túneles han colapsado o han sido demolidos debido a su pobre integridad estructural tras la guerra, fue tal la cantidad de estos túneles que aun al día de hoy se encuentran docenas de los mismos formando interminables redes de laberintos y pasillos. Todos afortunadamente preservados y protegidos como piezas históricas por el gobierno italiano el cual ha declarado como patrimonio histórico y de interés nacional a estas reliquias de la gran guerra.
Otros caminos de montaña
― Descendiendo por una escalera de caracol de 88 metros de altura