El ejército que fue a la guerra y retornó a su tierra con más soldados

En 1866 durante la guerra de las siete semanas el ejército de Liechtenstein partió al frente, retornando al poco tiempo a su tierra con más hombres entre sus filas.

Un principado pacifista

En el presente el Principado de Liechtenstein es un país famoso tanto por su diminuto tamaño como por su neutralidad. Habiéndose mantenido neutral en ambas guerras mundiales y prácticamente todos los conflictos bélicos que tuvieron lugar en el mundo desde mediados del siglo XIX hasta la fecha. Si bien a priori esto se podría interpretar como un loable gesto de pacifismo, es en realidad una sutil y muy eficiente estrategia de supervivencia.

Con sus escasos 160 km² de superficie y sus, hoy en día, casi 39 mil habitantes sería imposible para este pequeño principado sobrevivir a cualquier conflicto. La neutralidad no solo lo mantiene alejado de las guerras, sino que políticamente lo dota de un escudo geopolítico e internacional. Si bien esto puede llegar a resultar como algo menor en el mundo actual, al menos en el contexto europeo, en el pasado, tan solo hace ocho décadas, la situación geopolítica era muy diferente.

Una guerra singular

Dicho lo anterior, durante el pasado, desde su fundación en 1719 hasta 1868, año en el que deciden abolir su ejército y optar por una política de neutralidad, el Principado de Liechtenstein se involucró en varios de los conflictos bélicos de la caótica Europa central de los siglos XVIII y XIX. Uno de estos conflictos fue la última guerra de la cual este pequeño país participó: la guerra austro-prusiana de 1866. También conocida como la o guerra de las siete semanas debido a su corta duración. Un conflicto corto, pero intenso en el epicentro de la Confederación Germánica.

Liechtenstein se destacó en este conflicto por tres razones: no perdió ninguna batalla, no sufrió ninguna baja y, curiosamente, sus filas crecieron en número. El conflicto tuvo lugar entre el Imperio Austríaco, acompañado por Liechtenstein, la Alianza alemana liderada por Viena, Sajonia y varios otros países germanos; contra el Reino de Prusia, acompañado por el Reino de Italia, la Alianza alemana liderada por Berlín y el resto de los países germanos (recordemos que Alemania estaba fragmentada en casi dos docenas de pequeñas naciones, muchas del tamaño de ciudades estado durante este período de la Historia).

La misión asignada al principado por los austríacos fue la de enviar un pequeño contingente, que de hecho era la gran mayoría del ejército del pequeño país, de 80 soldados a custodiar el paso del Brennero, pasaje montañoso entre Italia y Austria, dejando el resto de su ejército, 20 hombres, como protección. No obstante, al poco tiempo de acantonarse en las montañas, los prusianos aplastan a los austríacos en la batalla de Königgrätz. Como resultado la guerra termina abruptamente y los aproximadamente 20 estados que formaban parte de las distintas coaliciones entornan el camino de regreso a sus hogares.

Paso del Brennero.
En el presente el paso del Brennero dista mucho del paso entre montañas que el ejército de Liechtenstein debió custodiar en 1866.

Liechtenstein era uno de estos ejércitos que retornaban a sus hogares y con la fortuna de no haber sufrido bajas. Durante el camino un soldado se sumó a las filas liechtensteinianas. Según algunas fuentes históricas era un austríaco que decidió jurar su lealtad al principado. Según otras fuentes era un desertor italiano al que se le permitió unirse al ejército por lástima, ya que enviarlo de regreso era una condena de muerte. No obstante, si bien partieron con 80 soldados, volvieron a su hogar con 81 debido a que este hombre prestó juramento y fue introducido formalmente al ejército. Convirtiéndose así en un ejército el cual partió a la guerra y volvió con más soldados.

Pintura sobre la batalla de Königgrätz.
Batalla de Königgrätz.

Una cultura verdaderamente pacifista

En el pasado existió una cultura que adoptó el pacifismo como forma de vida. Estos eran los Moriori, una sociedad tribal del océano Pacífico quienes, tras una sangrienta guerra que prácticamente casi los destruye, prohibieron todo tipo de violencia y armas en sus islas. Lentamente la sociedad moriori se recuperó y prosperó, resolviendo cualquier conflicto con tribunales de mediación en los cuales los ancianos de la tribu intentaban ayudar a las partes en puja a resolver su disputa de manera amena. Desafortunadamente, y quizás como una cruel broma del destino, los moriori eran vecinos de uno de los pueblos más guerreros y culturas más marciales del planeta tierra: los guerreros maories. Puedes leer en mayor detalle sobre los moriori y su trágico destino en el siguiente artículo: El trágico destino de los moriori, la tribu que odiaba la violencia.