Las creencias medievales
Son muy conocidas que las inusuales creencias sostenidas fervientemente por las masas medievales, como por ejemplo los horóscopos utilizados por los médicos medievales para diagnosticar a sus pacientes. No obstante, una de las más alocadas de estas creencias era el pensar que los calendarios gobernaban sus vidas, razón por la cual hubo una pequeña crisis durante a causa de la remoción de diez días del calendario durante la transición del calendario juliano al calendario gregoriano. Crisis en la cual varias turbas iracundas tomaron las calles reclamando a la iglesia católica los «diez días de vida robados».
A continuación hablaremos sobre esta singular crisis y cómo, con el tiempo, la sociedad terminó aceptando los cambios presentados por el calendario gregoriano, el cual es el calendario que continuamos utilizando el día de hoy.
La transición del calendario juliano al gregoriano
Dada la diferencia entre el año solar y el año lunar existió desde siempre, en las civilizaciones que utilizan estos astros como referencia, un problema de desincronización entre las estaciones y el calendario. Ya los romanos debían introducir cada tanto un mes intercalar para «re-sincronizar» el desfasaje de tiempo que producían estos días de «menos» en el año lunar con respecto al solar. Por regla general la persona encargada de introducir el mes intercalar y decidir si debían agregarse otros días al calendario era le Pontifex Maximus, el máximo líder religioso en Roma encargado de los rituales y el culto a los dioses del panteón (curiosamente el papa católico luego tomaría este título para si mismo, y sería un papa medieval quien debió volver a cambiar el calendario).
Sin embargo, la mala o incorrecta manera en la cual se implementaron estos días compensatorios llevó a que las estaciones del año y los meses del calendario no concordaran en lo más mínimo. Obligando a Julio César a encomendarle la tarea de diseñar un nuevo calendario a un astrólogo griego -puedes leer más sobre el Calendario Romano pinchando aquí-. Así nace el calendario juliano que es la base del que usamos hoy en día.
De todas maneras, e incluso con las modificaciones y mejoras del nuevo calendario, el tiempo seguía desincronizándose constantemente con respecto a las estaciones del año. Esto llevó al papa Gregorio XIII (1582) a encomendar la creación de un nuevo calendario: el Calendario Gregoriano, que corregía los errores que llevaban al desfasaje temporal en el calendario juliano.
Una de las medidas fue quitarle diez días al año en curso para así hacer coincidir a marzo 21 con el equinoccio. Por esta razón, el 4 de octubre de 1582, fue el último día del calendario juliano y el próximo día, eliminando de la numeración 10 días debido al ajuste, pasó a ser el 15 de octubre del calendario Gregoriano.
La guardia suiza: si bien en el presente nos puede resultar llamativo que un papa haya sido el que ordenó y comandó esta tan importante transición social y cultural, debemos recordar que los papas de su era tenían un poder considerable que iba más allá del poder de muchos reyes. Además de poder político los papas medievales comandaban ejércitos, y tenían y una guardia militar que, si bien se sigue manteniendo hoy en día de manera simbólica, en el pasado llegaron a proteger al papa con sus propias vidas.
Los «diez días robados»
La población, en su gran mayoría granjeros y gente de pensamiento rústico, no comprendió que esto era solo un ajuste y, de hecho, pensó que la iglesia les había robado 10 días de su vida. Razón suficiente para que una explosión de ira y terror asaltara los poblados de toda Europa (de las partes que aceptaron de primera el ajuste, ya varios países lo rechazaron). La gente comenzó a salir a las calles y rebelarse exigiendo la devolución del tiempo robado, incluso bajo la amenaza de elevarse contra sus líderes.
Aloysius Lilius, el científico a cargo de estudiar el nuevo calendario, sugirió añadir el día de más del año bisiesto, con lo que en 40 años quedaría solucionado el problema. Sin embargo, al papa le pareció la solución demasiado lenta, y prefirió afrontar la situación de tan brusca forma. Según su lógica, o mejor dicho falta de esta, hacerlo de manera brusca era mejor, ya que «el problema quedaría solucionado de una vez por todas». Por supuesto el acercamiento del papa no midió el impacto social que tendría la medida sobre todo en las comunidades rurales.
Fueron muchos países los que se negaron al cambio de hora, aunque poco a poco fueron adaptándose a él, hasta el punto de que en Grecia no actualizaron el calendario hasta 1923. Estos desajustes de fechas son muy delicados, y hace que estudiar la cronología de la época en que se produjo dicho cambio de lugar a grandes errores.
El caso más famoso es el de la muerte de Shakespeare y Cervantes, dos de los escritores más influyentes en la Historia, que sucedió en ambos casos el 23 de abril, pero en el calendario de Shakespeare no habían incluido la modificación, luego serían días distintos. Por el simbolismo se ha preferido mantener esa fecha, aunque la correcta hubiera sido el 13 de abril.
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