Del medioevo al renacimiento
Si bien en el Renacimiento los médicos todavía no entendían muchos de los aspectos de la salud humana, como por ejemplo era el caso de creer que la peste era transmitida por el aire a través de una sustancia denominada como miasma, si comparamos la medicina renacentista a la grotesca y nociva medicinal medieval, la cual ni siquiera debería ser llamada medicina, ya que uno de los métodos de diagnóstico más comunes era un horóscopo médico, vemos un avance considerable que incluso incluía técnicas de cirugía plástica.
La cirugía plástica renacentista
De Curtorum Chirurgia per Insitionem de Gasparo Tagliacozzi (Venecia 1597) es uno de los más sorprendentes y asombrosos tratados de cirugía y terapéutica renacentistas. Es común asociar al renacimiento con el oscurantismo médico debido a la anteriormente mencionada creencia en la miasma y la creencia en la teoría de los cuatro humores. No obstante, si la obra de Tagliacozzi nos demuestra algo es que hubo un salto científico gigantesco entre el medioevo y el renacimiento, y comenzamos a ver en este último técnicas de grafting muy avanzadas para la época así también como varias técnicas de extensión de tejidos por medio de trasplantes de piel y asociación de tejidos mediante cirugía. Todo detallado con una cuantiosa cantidad de ilustraciones y descripciones detalladas de cada procedimiento.
Vemos también técnicas de autoplastia, o mejor dicho, un «autotrasplante cutáneo» extremo, en los cuales, ante la pérdida de tejido se unían las partes heridas con tejido sano para así fomentar el crecimiento de la piel en las áreas dañadas. Una vez que los tejidos crecían y cicatrizaban el cirujano debía cortarlos, algo ciertamente muy doloroso en una época sin anestésicos.
Gasparo Tagliacozzi realizó gran parte de las investigaciones y estudios necesarios para producir este tratado pionero de la cirugía plástica durante su paso por la prestigiosa Universidad de Bulåggna (actual Bolonia) como profesor de técnicas de cirugía.
Producir esta obra pionera de la medicina reconstructiva le valió una excomulgación por parte de la iglesia católica, razón por la cual su cuerpo fue desenterrado y vuelto a enterrar en tierras no sacras a manera de insulto en su contra por las autoridades eclesiásticas.
Heridas bien detalladas: las heridas descritas en este libro estaban tan bien detalladas e ilustradas que a los entusiastas originales del arte marcial HEMA que intenta revivir la esgrima antigua europea le sirvió para reconstruir algunas técnicas de corte y ataques de la esgrima antiguo.
La curación de narices y orejas perdidas en duelos
Tagliacozzi nos describe un método para lograr que el tejido perdido de la nariz, sea por causa de la batalla o la mordedura de un perro sea suplantado gracias a un «autotrasplante» muy singular. El método consistía en utilizar un sistema de arneses que asegurarían parte del brazo a permanecer inmóvil durante meses pegado a la nariz. Así la lenta y tediosa regeneración de los tejidos haría que una suave capa de «piel» creciera al rededor del tejido perdido.
Esto como es de esperar llevaba su tiempo y no podía ser interrumpido, por lo que el paciente debía permanecer en una posición extremadamente incomoda durante semanas y hasta meses. No obstante, esto era preferible a la alternativa la cual consistía en padecer los efectos de una herida abierta en el rostro.
El resultado del procedimiento ciertamente no daba como resultado una nariz perfectamente reformada, pero lograba cerrar el hueco nasal producto del accidente con un parche de piel algo fundamental y de mucha importancia, ya que le permitía a la persona vivir una vida normal sin que sufra este las severas consecuencias de padecer una herida abierta mal cicatrizada.
Como vemos es lógico asumir que este tratamiento estaba disponible a las personas más adineradas de la época. No solamente debido al costo que requería la operación en sí misma, sino que además se requería de curaciones diarias, complejos arneses corporales y la posibilidad de no tener que trabajar durante meses.