Qué es la piedra filosofal
La mítica piedra filosofal, ese artilugio que en las leyendas de la alquimia permitía convertir plomo en oro, conlleva un legado cultural rico y abundante en el arte y la arquitectura de Europa occidental. Formada a partir de la conjunción de conceptos provenientes de ideas Aristotélicas, la mitología Griega, la alquimia medieval, el romance bárdico, y la masonería, la piedra puede verse representada de manera alegórica en monumentos, pinturas, palacios, catedrales y edificios antiguos a lo largo y ancho de occidente.
La razón por la cual los antiguos creían que el plomo podía ser convertido en oro se debía a su peso en comparación al oro y su similar grado de maleabilidad. En efecto, el oro y el plomo son elementos muy cercanos en la tabla periódica, razón por la cual comparten varias propiedades. Si bien en el medioevo y en el renacimiento los alquimistas no sabían qué era una tabla periódica o la influencia que los protones tenían en la naturaleza de los elementos, estos asociaban las propiedades de ambos elementos y por lo tanto creían que ambos eran similares y por lo tanto transmutables.
La palabra mencionada al final del párrafo anterior, transmutar, era, según creían en el pasado, la propiedad característica de la piedra. Es decir, la misma era capaz de causar una transmutación de los elementos en la cual la naturaleza de un elemento cambiaba, o mutaba, y este se transformaba en otro elemento.
A continuación hablaremos sobre los distintos y variados aspectos y mitos de la piedra filosofal, su historia, creencias, conceptos y personajes históricos que se interesaron en obtener la misma.
La Gran obra
Dentro del mundo de la alquimia y los cuentistas herméticos -una antiquísima orden que sigue las enseñanzas de la figura mitologica Hermes Trismegistos- se denomina Gran Obra al acto de crear la piedra. Si uno admira las catedrales góticas, o las antiguas sinagogas europeas notarán que en sus techos abovedados y muchas veces en los pisos se pueden observar símbolos de todo tipo haciendo alegoría a la piedra. Hermes Trismegistos era un sincretismo asociando al dios egipcio Dyehuty con el dios griego Hermes.
Sin embargo, son los círculos concéntricos que, de una gran maraña, forman intrincados laberintos los de mayor interés. Estos laberintos son alegorías al gran Laberinto de Creta. -quizás recuerdes la historia mitológica de Teseo, el joven príncipe Ateniense enviado a asesinar al Minotauro, y Ariadna (o Ariana), la princesa cretense que traicionando a su padre dota a Teseo de un hilo larguísimo que le permite escapar del laberinto-. Según varios historiadores, algunos tan grandes como el mismo Will Durant, este laberinto fue relacionado simbólicamente con la piedra en muchas oportunidades. El laberinto, en muchos escritos medievales, es denominado como Absoley, Absolom, Absolum, etc algo que definitivamente concuerda con el nombre clave que se le daba a la piedra: «La Absoluta».
En si los alquimistas veían la gran obra de crear de la piedra como un gran laberinto imposible de pasar, cuya única solución vendría gracias a un hilo de Ariadna. Este hilo de Ariadna era el «ingrediente» clave que los alquimistas buscaron durante siglos. Su significado, siempre en forma alegórica, está inscrito en infinidad de monumentos, catedrales y palacios por toda Europa.
Los alquimistas
Los alquimistas rodeados de recetas secretas y fórmulas misteriosas pasadas de maestro a alumno por generaciones, durante su existencia se basaron fuertemente en las leyendas populares como base de sus investigaciones. Una de estas leyendas era la mítica piedra filosofal, la cual, alcanzadas las condiciones necesarias, demostraba extraordinarias características como convertir el plomo en oro y otorgarle la inmortalidad a su poseedor.
Puedes leer sobre Nicolas Flamel, uno de los alquimistas más particulares. Del cual se dice, con un poco de inocencia y otro poco de romanticismo, que ha sido el único en alcanzar dos de las metas soñadas por todo alquimista: obtener la piedra filosofal; y descubrir el secreto de la inmortalidad. Debemos mencionar también que Nicolas Flamel fue uno de los mayores filántropos en la historia, y esta es una de las razones por las cuales otros alquimistas creían que Flamel poseía la piedra filosofal, ya que este regalaba edificios enteros para que sean convertidos en hospitales y compraba finísimas colecciones de libros donando estas colecciones para que sean utilizadas en bibliotecas públicas. Todo lo anterior llevó a que muchas personas comiencen a cuestionarse el origen de tales riquezas, por lo que, asociando su profesión de alquimista y sus vastas riquezas, llegaban a la conclusión de que Nicoles Flamel poseía la piedra filosofal y la utilizaba para realizar actos de caridad.
Aristoteles
La leyenda de la piedra filosofal nace con la escuela Aristotélica. Aristóteles creía que los elementos eran caracterizados por cuatro «cualidades básicas» calor, frío, sequedad y humedad -algo fuertemente relacionado con los Cuatro Humores–. De esta teoría nace la idea de que los elementos eran un balance de propiedades: la tierra sería fría y seca, el agua fría y húmeda, etc. Resumiendo, la leyenda establecía que si se lograba crear una piedra que «transmutara» las propiedades de los metales se lograría tener un artefacto que transmute el plomo convirtiéndolo en oro. Así también como que lograra balancear los «humores» del cuerpo otorgándonos inmortalidad.
Notre Dame
En la catedral de Notre Dame en París se puede ver el laberinto y la piedra simbolizada por el mismo Lucifer. Esta alegoría representaba el hecho de que quien lograra alcanzar tan ambiguo artefacto podría ser solo alguien cuya codicia lo hiciera vender su alma para obtener el hilo de Ariadna.
Y los masones…
Algo que se contradice con la creencia masónica, quienes veían la piedra como una meta que debía ser alcanzada en conjunto. En sí los masones interpretaban la piedra como si fuera el mismísimo Grial… pero esa es otra historia que pronto continuaré.
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