Sobrevivir a una explosión nuclear
La noción de sobrevivir a una explosión nuclear suena más a un argumento de la ficción que a una realidad, y si bien este generalmente es el caso, hay excepciones como por ejemplo un tanque de guerra que resistió prácticamente intacto a una explosión nuclear durante una prueba realizada en Australia por el Reino Unido. No obstante, si de seres vivos hablamos, los ejemplos son aún más escasos como por ejemplo los Hosen-Ji, los árboles que sobrevivieron a la explosión en Hiroshima, algo ciertamente sorprendente. Dicho todo lo anterior, existen ocho casos que rompen todos los esquemas, y ese es el del os Ocho Afortunados. Las ocho personas que sobrevivieron no solo a una explosión nuclear sino a dos.
Los ocho afortunados
En Japón se denomina como los Ocho Afortunados a los sobrevivientes que estuvieron tanto en Hiroshima como Nagasaki cuando las bombas atómicas fueron lanzadas. Si bien es muy probable que más personas hayan sobrevivido a ambas detonaciones, de hecho el Museo de la Paz en Hiroshima calcula que pudieron existir unas 160 Nijū Hibakusha -traducción literal: personas doblemente irradiadas-, la falta de registros por parte del gobierno y el caos tras la rendición de Japón hicieron que solo se confirmaran ocho casos.
El caos tras la rendición: debemos decir que la falta de registros durante este período se debió por sobre todo a la actitud que tuvieron las fuerzas de ocupación estadounidenses. Por ejemplo, la gran mayoría de las estaciones de policía en Japón fueron forzadas a entregar su armamento y dejar de patrullar las calles, y los soldados de los Estados Unidos cometieron una gran cantidad de crímenes y atracos, entre ellas el robo de piezas de museos como por ejemplo la desaparición de las legendarias katanas de Masamune.
La historia de Tsutomu Yamaguchi
Frustrado con este panorama el afamado productor de TV Hidetaka Inazuka decidió filmar un documental llamado «Niju Hibaku» -Doble Irradiación- en el cual entrevista al último sobreviviente de los ocho afortunados, Tsutomu Yamaguchi, de 90 años, un hombre con una de las más impresionantes historias de vida.
Yamaguchi era un ingeniero de Mitsubishi trabajando en el puerto de Nagasaki. El destino quiso que el fatídico 6 de agosto, día en el que fue detonada «Little Boy» la primera bomba de 13 kilotones, se encontrara en Hiroshima en un viaje de negocios con el fin de asegurar el suministro de repuestos para el astillero de Nagasaki. En el momento exacto de la explosión se encontraba a 2 kilómetros de la Zona Cero guarecido por una fortificada instalación de la zona industrial de Hiroshima.
Sin embargo, el calor intenso y los temblores hicieron que sufriera quemaduras y contusiones por todo su cuerpo. Cuando se lo entrevistó mencionó solo recordar ver el flash y lo difícil que era respirar con el aire tan caliente. Tras ver el caos y el descontrol pasó dos días intentando volver a su ciudad. Al llegar, y a pesar de las heridas, decidió dirigirse a su puesto de trabajo y reportar lo ocurrido a su jefe quien, como gran parte de la población de Japón, ignoraba lo que había ocurrido.
Un crimen contra la humanidad: el resultado de las dos explosiones nucleares en Hiroshima y Nagasaki fue aterrador, algo que queda en evidencia al ver las imágenes aéreas del antes y el después de la ciudad de Nagasaki las cuales nos brindan una perspectiva única sobre el poder de destrucción de una bomba atómica. Así mismo, existen vídeos e imágenes a color de lo ocurrido, los cuales ciertamente nos brindan una visión apocalíptica.
Como ingeniero Tsutomu sabía que el arma utilizada en Hiroshima no era convencional y temía que la guerra esté totalmente perdida. Sus temores se confirmarían ese mismo día, el 9 de agosto explotó la segunda bomba. Yamaguchi se encontraba en las oficinas del astillero a unos 3 km de la zona cero reportando y describiendo todo lo visto. Volvió a sentir el calor intenso y en ese momento, según sus palabras «aterrado pensé que las explosiones me estaban siguiendo a mí».
Cuando salió a las calles llegó a pensar que había llegado el fin del mundo, miles de personas quemadas vagando por las calles, edificios derrumbados y el cielo tornado de color viejo. Recuperarse de tal evento le llevaría muchos años, ciertamente una experiencia que marcó y definió su vida.
Afortunadamente desde ese entonces Tsutomu pudo vivir una vida pacífica y formar una familia, ya jubilado vivió una larga vida en Nagasaki dedicando su tiempo libre a escribir poesías y otras actividades ociosas. Este afortunado sobreviviente dejó este mundo el 16 de marzo del 2010 a la edad de 93 años.
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